El gran desmadre (Malas madres 2) es el creativo título que han puesto en España a A bad moms Christmas, continuación de aquella comedia justita sobre tres amigas que se rebelaban contra las convicciones de ser madre. Otra pretendida comedia gamberra que al final resulta ser muy blandita y edulcorada.
Esta secuela, no solo sigue el mismo camino, sino que lo empeora, mostrando una falta de ideas terrible y resultando tan previsible como facilona. Trasladando la acción a Navidad, ya desde el comienzo aspira a presentar sus credenciales con el recurso que tan bien funcionaba en Resacón en Las Vegas, es decir, mostrar una situación desastrosa y hacer marcha atrás para explicar cómo se ha llegado hasta allí. Claro que en esta ocasión, la situación desastrosa es algo tan liviano como un árbol de Navidad volcado y cuatro adornos esparcidos por el suelo.
Englobada dentro de la categoría de comedia navideña, de esas que sabes que al final va a terminar con toda la familia reunida alrededor de una mesa en paz y armonía, la película repite la excusa del conflicto con la otra apuesta de la temporada: Dos padres por desigual. Como en aquella, también ahora el problema asciende generacionalmente, limitándose a cambiar el sexo de los protagonistas. Si allí los copadres tenían que soportar la intromisión de los abuelos, aquí el grupito de mamás amigas se deben enfrentar a sus respectivas madres. Y, como en aquella, lo mejor cabe encontrarlo en la aportación de estas abuelas, nombres ilustres que aportan algo de calidad al invento, como es el caso de una Susan Sarandon ácida y divertida.
Poco más se puede rascar de esta comedia que a la que uno sigue buscando ese gran desmadre que promete el título y que nunca llega, donde los chistes son rutinarios y poco inspirados y, por más que logre arrancar alguna sonrisa, nunca llega a poder ser considerada una buena comedia.
Previsible, insustancial y rutinaria.
Valoración: Cuatro sobre diez.
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