Si
el 2019 fue un año de despedidas, el 2020 no lo está siendo menos, y después de
que se terminaran las peripecias de Kristen Bell en El lado bueno es
turno ahora de ver por última vez a Rose McIver (Olivia Moon y mucho más) en iZombie,
una de las mejores series de zombies que podemos encontrar en la televisión, al
menos por su apuesta diferente y original.
Tras
cinco temporadas, las aventuras de la forense renacida y sus colegas en una
Seattle rozando constantemente el apocalipsis Z llegan a su fin y es buen
momento para rememorar un poco lo que ha sido esta entretenida serie de la CW
distribuida en España por Netflix y basada en un comic de Vertigo,
aunque en honor a la verdad pocas son las similitudes entre ambos productos.
El
punto de partida el la “aparente” muerte de Olivia Moon (Liv para los amigos) tras
una masacre en una fiesta. Tras su resurrección, la antigua enfermera descubre
que se ha transformado en una zombie y que necesita ingerir cerebros para poder
subsistir, así que ¿qué mejor que conseguir trabajo como ayudante del forense
en su ciudad natal? Para lo que Olivia no estaba preparada era para absorber temporalmente
la personalidad y los recuerdos (en forma de flashes incontrolados) de los
difuntos, lo cual le permitirá colaborar con el detective Clive Babineaux para
descubrir el responsable de cada una de las muertes. Pero claro, si ella se
convirtió en zombie durante la fiesta, no va a ser la única muerta viviente suelta
por Seattle, y ahí es donde se complica la cosa…
Con
un tono más cercano a la comedia que al terror, iZombie es una
producción para todos los públicos, no solo en cuestión de edades sino también
de gustos. Con un aire que recuerda a la mítica Buffy Cazavampiros, la
serie tiene su parte de romance, aventura e incluso sátira política y social,
amén de un nutrido y efectivo grupo de secundarios tan imprescindibles como la
propia Liv.
Aunque
con un ligero tono de procedimental, sobre todo en los primeros episodios de
cada temporada, jugueteando con el capítulo auto conclusivo, pronto se descubre
una trama río que es lo que hace que la serie tenga una identidad propia más
allá de ser un CSI versión come cerebros. Además, el hecho de que la
protagonista vaya absorbiendo en cada episodio los rasgos de personalidad de
una persona diferente ayudan a que sea mucho más amena y a valorar mejor el
trabajo de su actriz protagonista.
La
serie (que podría ser considerada también de género gastronómico, pues cada vez
que Liv debe comerse un cerebro lo hace a través de apetitosas e imaginativas
recetas) sabe jugar muy bien con el uso de unos zombies apenas diferenciables
del resto de los mortales (solo algo de tez pálida y pelo blanquecino) sin
renegar de los zombies clásicos (homenajes a Romero incluidos), aunque se le podría
reprochar el abuso de ciertos trucos, como la conversión y posterior cura de
algunos personajes, que propicia que en ocasiones uno se olvide ya de quien es
zombie y quién no.
Amenazando
con caer en el agotamiento, la conclusión tras cinco temporadas es, por triste
que parezca, una buena noticia, ya que corría el peligro de caer en la
repetición, y el tono desenfadado y sin pretensiones del producto propicia que,
visto el capítulo final, no haya lugar a las clásicas polémicas de Internet.
Podrá gustar más o menos (el final de temporada se me antoja algo precipitado),
pero es una bonita despedida de unos personajes a los que se toma cariño con
facilidad (incluso a los villanos) y que da la sensación de llegar en el
momento justo.
Echaremos
de menos a Liv, Ravi, Clive, Peyton y compañía, pero lo hemos pasado bien
juntos, y eso es lo que cuenta. iZombie se atrevió a jugar en otra liga
cuando parecía que todo lo relacionado con el género Z estaba ya dicho y les ha
salido bien. Y es por eso que la serie merece ser recomendada. Busca a todo
tipo de espectador, pero nunca deja de mimar al fan de toda la vida. Y eso es
un gran acierto.
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