En ocasiones aparece de la nada una película o una serie que, gracias al boca a boca, pasa de ser «la gran tapada» del año a una referencia inevitable, de esas que acumulan elogios y que incluso parece que esté feo decir cualquier cosa negativa de ella.
Este podría ser el caso de El colapso, una producción francesa de ocho episodios de poco más de veinte minutos de duración que ha llegado a España a través de Filmin y que, pese a que la plataforma no tiene el impacto publicitario de sus hermanas mayores (léase Netflix o HBO), una vez se han dado cuenta del potencial de la propuesta han puesto toda la carne en el asador para convertirla en su referencia principal.
Argumentalmente, El colapso no es especialmente original, pues es una vuelta de tuerca alrededor de la decadencia social que precipita, de alguna manera, el fin del mundo hasta convertirse en una serie postapocalíptica, un survival en toda regla. La clave, pues, está más en las formas. Primero, porque aun sin dar detalles concretos de lo que provoca ese colapso al que alude el título, no estamos ante la clásica propuesta vírica, alienígena o bélica. Es el sistema el que falla, siguiendo, más o menos, la teoría de Olduvai, que predice que la sociedad industrial actual tenía una caducidad de cien años, contados a partir de 1930. Es decir, que el fin está a la vuelta de la esquina. Y eso antes de haber oído hablar de coronavirus…
Además, a nivel técnico la serie es arriesgada, siendo narrada en planos secuencia en un alarde técnico muy notable.
¿Cuáles son, pues, los peros que puedo poner a la serie? Por un lado, la propuesta visual, pese a lo meritoria que pueda resultar, no me aporta nada especial como para justificar el truco. Ya estamos acostumbrados a ver infinitos planos secuencia en cine y, siempre que esto no tiene una justificación narrativa, no deja de ser un alarde de su director, como muy bien saben los detractores de Iñárritu. Un truco que forma parte del lenguaje narrativo de una película en casos como 1917 o Birdman y que quedan muy chulos en una secuencia concreta, como el combate final de Creed, la persecución de Hijos de los hombres o en la presentación de Ronin en Endgame, pero que agota cuando se usa en exceso y con un carácter más pedante que narrativo.
En el caso de El Colapso, hay episodios brillantes y donde el plano secuencia aumenta la sensación de angustia, como es el caso del referente al supermercado, pero que termina por volverse un recurso cansino y llega a perder impacto en la repetición.
Otro problema es el tiempo en que se narra la acción. Cada episodio corresponde a una serie de días posteriores al colapso, de manera que a medida que aumentan los episodios la situación narrada se adentra en terrenos más conocidos, sin que haya ya mucha diferencia con cualquier otra propuesta similar, tipo La carretera. Así, a medida que avanzan los episodios lo narrado baja en intensidad hasta llegar a buscar un dramatismo tan manipulador que, al menos en lo que a mi respeta, no logra emocionar tanto como pretende (un ejemplo claro es el capítulo de la residencia). Al menos, el último episodio rompe sus propias reglas y la serie remonta, pero tal y como han jugado sus cartas veo difícil que una segunda temporada pudiera tener mucho interés.
En resumen, que es una serie muy interesante y rompedora, aterradora por lo realista que puede llegar a ser, pero que ni mucho menos se me antoja la maravilla que muchos pretenden. El la serie de moda para alabar en ciertos círculos a los que no pertenezco y aunque la puedo recomendar no puedo implicarme demasiado en su defensa.
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