Sam Mendes siempre será recordado por dramas intensos y cargados de buenas interpretaciones como American Beauty o Revolucionary road (aunque mi película preferida de esa época sigue siendo Camino a la perdición). Por eso a muchos extrañó que fuese elegido para dirigir a James Bond, en concreto a la exitosa Skyfall y a la aparente (pero falsa) despedida de Daniel Craig del personaje en la inferior Spectre.
Parece ser que algo sacó de positivo el director de semejante experiencia, y en 1917 consigue aunar con efectividad el drama personal y la espectacularidad heroica al narrar la historia de dos jóvenes soldados que, durante la Gran Guerra, deben atravesar un amplio terreno enemigo para alertar a las tropas, preparadas para un ataque con tintes suicidas, de que la reciente retirada de los alemanes no es sino una trampa mortal.
Protagonizada por George MacKay (El secreto de Marrowbone) y con una serie de apariciones/cameos de lo más estimulantes (Colin Firth, Benedict Cumberbatch, Mark Strong…), la película arranca en una especie de “trinchera infinita” nada que ver con la claustrofóbica película española, con cierto aroma argumental a Salvar al soldado Ryan.
En su fondo, 1917 es una gran película bélica, pero es en sus formas donde mejor luce, estando compuesta por un eterno plano secuencia que, más allá de la pericia técnica que pueda suponer, consigue transmitir al espectador la angustia y el desasosiego del protagonista, convirtiendo la experiencia de ver la película en algo tan incómodo y aterrador como si fuésemos nosotros mismos quienes tuviéramos que esquivar las balas enemigas.
No se si estamos ante la mejor película del año (aunque el Oscar parece tenerlo casi garantizado), pero es sin duda una obra muy destacada y quizá el retorno de Mendes a los altares.
Valoración: Ocho sobre diez.
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