Hollywood sigue explotando la nueva moda de las secuelas tardías (hoy mismo me he enterado de que el proyecto de Arma letal 5 está en marcha), aunque parece que esta vez sí han contado con el apoyo del público.
Si Dos policías rebeldes, de Michael Bay, tuvo que esperar ocho años para ver su secuela, esta tercera entrega llega veinticinco años después del inicio de la franquicia y sin Bay como director (aunque el inefable Jerry Bruckheimer sigue en la producción).
No parece que a Bad boys for life le haya sentado mal el cambio en la dirección, y si bien el binomio formado por Adil El Arbi y Bilall Fallah (que ya están siendo tanteados por Marvel) no alcanza las cotas de explosiones desmedidas del señor Bay (sirva 6 en la sombra como ejemplo perfecto), consiguen dar un ritmo espectacular a la película, alternando sus momentos de efectivo humor con persecuciones adrenalínicas y acción de la buena.
Con Will Smith y Martin Laurence repitiendo roles, la película funciona como un mecanismo de relojería, y aunque el argumento sea casi lo de menos (pese a que el giro final al menos aspira a romper esquemas), la puesta en escena es tan impecable que apenas nada chirría en este espectáculo emocionante y divertido tan propio de los noventa.
Con la cuarta entrega ya anunciada, Will Smith parece haber conseguido al fin un camino para la redención, después de fracasos como Géminis y que su personaje de Escuadrón Suicida desaparezca de la secuela. Quizá al fin se haya rendido a las evidencias y haya decidido entregarse a la comedia sin imponer esos toques dramáticos que tanto le gustan a él y que tan mal funcionaban en pantalla.
Valoración: Siete sobre diez.
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