Van pasando las semanas y seguimos faltos de grandes estrenos en cartelera. Y parece que la cosa va a ir para largo. Es por ello que películas que aparentemente deberían haber pasado desapercibidas están aguantando más de lo habitual en las salas. Este es el caso de Personal assistant, un film que, pese a contar con Dakota Johnson como protagonista no ha hecho apenas ruido, siendo solo una más en el batiburrillo de estrenos de fondo de cajón que estamos teniendo. Es, por otro lado, la que ha tenido el honor de representar mi reencuentro con el cine en pantalla grande, y ya veremos cuando voy a repetir la experiencia.
Dirigida por Nisha Ganatra, realizadora con un bagaje básicamente televisivo, y con Tracee Ellis Ross como protagonista (se trata de la hija de Diana Ross, que parece haber heredado los talentos musicales de su madre), la película versa alrededor de Maggie, la asistenta personal de una diva del pop que sueña con ser productora.
Estamos ante una nueva muestra de cine sobre jóvenes que deben tragar lo que sea en busca de perseguir sus sueños, tipo Showgirls, aunque es con El diablo se viste de Prada con quien es más sencillo hacer las comparaciones. Es, por tanto, un film bastante previsible que, precisamente, falla cuando pretende dar un giro de guion que resulta ligeramente inverosímil.
Con todo, la película resulta menos blanca de lo que uno podría imaginar, pudiendo encontrarse varias lecturas ocultas si se decide rascar un poco, como una crítica al negocio por encima del arte, pullita feminista incluida.
Sigue costando desligar a Johnson de su rol en 50 sombras de Grey, pero teniendo en cuenta que ella era lo mejor con diferencia de la saga siempre es interesante verla en pantalla. Aun con la presencia de grandes voces (por ahí anda también Kelvin Harrison Jr., otro que aparte de actor es músico), ella sabe como cargarse el peso de la película sobre sus espaldas y salir airosa del intento.
Por ello, y ayudada por una estimulante banda sonora y un curioso reparto (otros que se dejan ver son Bill Pullman o Ice Cube), la película termina resultando un pasatiempo muy estimulante y fácil de ver. Es sencillo conectar con la protagonista, pese a los muchos errores que pueda cometer (la excusa de basar una trama sobre una mentira está demasiado sobado, otro de los puntos débiles del guion), y aunque no vayamos a sorprendernos en ningún momento resulta muy agradable dejarse llevar por un cuento de hadas simpático y bienintencionado, con toques de humor efectivos y una moralina que no llega a molestar en ningún momento.
En fin, película que seguramente pase desapercibida y que no tiene nada especial para perdurar en nuestra memoria pero que se disfruta en su visionado y resulta muy apropiada para evadirse del calor veraniego.
Y, ya de paso, sirve para preguntarse si los cines no deberían mantener las promociones de la primera semana de la reapertura. Es triste ver una sala a las ocho de la tarde con tan solo seis personas. Así no vamos bien…
Valoración: Siete sobre diez.
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