Al fin ha llegado la conclusión de Bruja Escarlata y Visión, y tras rendirme a mis propias ansias y renunciar a esperarme a hacer una maratón de fin de semana he llegado al capítulo final de este viernes con el hype por las nubes y deseando conocer el desenlace del primer paso hacia la fase cuatro del MCU. Y una vez visto el resultado lo cierto es que me he quedado con cierto regusto agridulce.
No me
malinterpretéis, la serie es genial y la he disfrutado a tope, pero a estas
alturas de la película quizá me esperaba algo más. O puede que todo sea culpa
de Kevin Feige, el genial arquitecto de este MCU que con respecto a la serie ha vendido algo más humo que fuego.
Pero vayamos por
partes, y lo primero que hay que reconocerle a Bruja Escarlata y Visión es que supera con nota la difícil prueba
de ser el pistoletazo de salida de la Fase cuatro, todo un desafío tras lo
acontecido en Vengadores Endgame
(para mi la película más grande de la historia) y su emotivo epílogo de Spider-Man Homecoming. Aquí puede que la
pandemia haya echado una mano, pues no estoy seguro de si las películas de Viuda Negra o Los Eternos habrían cumplido igual de bien ese papel. Y tampoco es
que para nada por alterar el orden de la periferia de Natasha, al fin y al
cabo, si nos ponemos meticulosos, posiblemente habría que ubicar los hechos de Bruja Escarlata y Visión con
anterioridad a los de la película de Spidey.
Se trataba, a
priori, de una apuesta arriesgada y valiente, y estoy seguro de que si no fuese
porque el logo de Marvel ya vende por
si solo dudo que mucha gente se hubiese atrevido a continuar con una serie que
arranca como una sitcom de los años sesenta, en blanco y negro y sub dar
explicaciones de lo que está sucediendo. Además, las vinculaciones con el
pasado del MCU son suficientemente
relevantes como para terminar de desconcertar al espectador casual.
Sin embargo, apenas
alcanzar el ecuador de la tentada, la serie deriva hacia unos registros mucho
más convencionales y toda esa estimulante narrativa desaparece para asentarse a
cualquier otra película Marvel. Algo
lógico y casi hasta necesario, desde luego, pero algo frustrante después de un
inicio tan rompedor.
La fórmula Marvel, se podría decir, pero la fórmula
Marvel bien interpretada, esa que
recuerda a los momentos más difíciles de las películas de los hermanos Russo y
sobre la diversión está en las espectaculares escenas de acción, no en su
humor, y donde las lágrimas amenazan con aparecer por sorpresa en cualquier
momentos. Sí, hay efectos especiales de nivel, sorprendentes si tenemos en
cuenta que esto es televisión (y con Agentes
de SHIELD en la memoria), pero al final lo que más cala son los momentos
emotivos, ya sea por lo que sucede o por lo que se dice (los diálogos son
también otro de los puntos fuertes de la serie). Sorprende que en una historia
que trata de magia el combate final (los dos que hay, de hecho) se resuelvan
más por el ingenio que por la fuerza, exactamente igual que pasaba en Doctor Strange.
Otro acierto es la
interrelación de personajes secundarios de películas muy distantes entre ellas,
como Thor o Ant Man, dando así más cohesión si cabe al Universo Marvel, aunque he echado en falta algún peso pesado en el
episodio final, tal y como se llegó a insinuar (y no es que yo sea muy fan de
las apariciones gratuitas estilo The
Mandalorian), amén de algo que nos pusiera los dientes largos de cara al
futuro de este universo. Sí, ya sé que hay dos escenas postcréditos
precisamente con ese fin, pero lo cierto es que todo lo que acudían es alfil
que más o menos se sabía desde que Disney
anunciara su listado de proyectos en la pasada junta de accionistas.
Lo mejor, la manera
en que los de Marvel saben tocarnos
la fibra sensible, la preguntas sobre ciertos personajes que sin duda se
resolverán en un futuro más o menos cercano, el genial duelo interpretativo
entre Elizabeth Olsen y Kathryn Hahn y el desarrollo narrativo y rompedor de
los primeros episodios.
Lo peor, el
convencionalismo al que cede en el tramo final, reduciendo la capacidad para
sorprendernos y dejando con la sensación de que tenían entre las manos la
posibilidad de hacer algo único y se han confirmado con firmar una gran serie,
lo que tampoco es poco.
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