Aunque hoy en día parezca que todos los males sin causa de las pandemia, hay otros factores que pueden resultar también determinantes en el éxito o el fracaso de un producto audiovisual.
Dentro del propio MCU, donde todo parece infalible, dos
factores pueden resultar determinantes para maltratar un producto: su calidad y
el momento en el que llega a las pantallas.
En el caso de Agentes de SHIELD, su primer obstáculo
fue el de un arranque irregular, con personajes sin demasiado carisma que
parecía malvivir sólo gracias a su estrecha vinculación a las películas de la
saga cinematográfica. Tardó demasiado el invento de Josh Whedon y compañía en
encontrar su propia identidad y para cuando lo consiguió, ya había perdido a la
mayoría de su audiencia. Sin embargo, una vez lanzados al ruedo y,
posiblemente, sin nada que perder, el equipo liderado por Coulson logró
reinventarse temporada tras temporada logrando cuadrar un reparto con empaque y
evitando caer en la repetición argumental.
Y en esas llegamos
a la séptima y definitiva temporada y nos encontramos con el segundo de los
factores. Estrenada en un momento de vacío emocional tras el fin de de la saga
el Infinito y en espera a que dé comienzo la fase cuatro del MCU, huérfana de una buena emisión en
España (los derechos hasta ahora los tenía Movistar,
que estrenaba un episodio por semana pero los eliminaba al mes, hasta que
llegaban a Netflix al año de su
emisión en Estados Unidos) y pendiente de encontrar su hueco en Disney+, la repercusión de la temporada
focal ha sido escasa. Quizá ha influido también las dudas sobre si pertenecía
realmente al canon del MCU o no, cosa
que finalmente parece confirmada. A diferencia de las series de Netflix, que más allá de algún conectado
aislado haciendo referencia s «la batalla de Nueva York» en las peineta
temporadas de Daredevil y Jessica Jones respectivamente, nada
parecía indicar que la ciudad de Los
Defensores fuese la misma por la que transitaban los Vengadores, pero los
guionista de Agentes de SHIELD
parecían empeñarse en recordarnos cada poco tiempo que nos encontrábamos en el
mismo universo.
Ese ha sido, a la
vez, la principal virtud y el principal defecto de la serie. Virtud porque ha
sabido distanciarse para no ser, como en su primera temporada, un mero
complemento. Defecto porque en ocasiones hay detalles que se han echado en
falta. Se hace extraño, por ejemplo, que en cierto momento se hayan centrado en
aventuras espaciales obviando por completo a Los Guardianes de la Galaxia o a Thanos, aunque ello se pueda
justificar con cambios de libras temporales y viajes en el tiempo,
prácticamente el tráfico de la temporada final. El paso por diferentes épocas
ha permitido que el humor fluya con muchas referencias y homenajes, aunque se
han cuidado mucho de pasar por los noventa, donde ya sería inexplicable evitar
un cruce con el Coulson joven al que vimos en Capitana Marvel.
Finalmente, la
serie es un buen entretenimiento que, sin pertenecer a las grandes ligas (como
todo lo que está por llegar en Disney+)
se ve con agrado, pese a que la emotividad buscada en el episodio final me supo
a poco. No sólo por, una vez restablecido el orden natural de las cosas, obviar
el famoso chasquido (que se supone tuvo efecto en todo el Universo y quien sabe
si en todo el multiverso también), sino por la ausencia de miembros importantes
del reparto de temporadas pasadas que bien merecían su despedida (estoy
pensando, por ejemplo, en Pájaro Burlón o Hunter, que estuvieron a punto
incluso de tener su propio spin-off)
o incluso algo cameo importante (Nick Furia habría sido lo suyo). Pero bueno,
nos deberemos conformar con la esperanza de volver a encontrarnos con anfibios
de estos agentes en el futuro. Por lo pronto, ya se habla de la presencia de
Temblor en la serie Invasión Secreta
y tampoco creo que sea la última vez que veamos a Coulson por aquí.
En fin, que se
acabó lo que se daba. Con esta última temporada se cierra una época en el MCU de igual manera que con Bruja Escarlata y Visión comienza otra
nueva.
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