Acostumbrados a la típica comedia gala cortada casi siempre por el mismo patrón, Netflix parece ser un buen refugio para descubrir que el cine francés también sabe apostar por la acción, más allá de todo lo relacionado con Luc Besson. En los últimos tiempos nos han llegado títulos como La bala perdida, La bestia o Bronx, y del que ahora llega Centinela. Dirigida por Julien Leclercq, Centinela es una nueva cuenta de tuerca al tema de los justicieros urbanos con traumas familiares, esos que Charles Bronson o Chuck Norris convirtieron en un arte y que en tiempos más recientes pueden tener el rostro de Dezel Washington (The Equalizer), Bruce Willis (El justiciero) o Liam Neeson (Venganza), con la salvedad de que en esta ocasión tiene rostro femenino.
Realizada a mayor
gracia de Olga Kurylenko, Centinela
narra la historia de una mujer que, tras una serie de misiones militares en
Siria regresa a su Niza natal para encontrarse que su hermana pequeña es
violada y su agresor va a poder irse de rositas. Ahí es cuando decide tomarse
la justicia por su mano.
Quizá por ser una
producción francesa, Leclercq parece empeñado en distanciarse de los tópicos
americanos, apostando por el factor dramático e insistiendo en los traumas que
Siria causó en la protagonista, a la que nos muestra como ligeramente
desequilibrada antes incluso de la violación de la joven. Eso no significa que
renuncie a la acción, presentando una violencia cruda y cuando a la fotografía
del film de una frialdad y un feísmo algo incómodos.
Sin embargo, el
director fracasa a la hora de dotar de algo de interés a sus personajes, pues
apenas sabemos nada de ellos más allá de cuatro pinceladas sobre la
protagonista (que tampoco es que den para mucho). No nos da la oportunidad de
conocer a los compañeros militares, coger cariño a la hermana o despreciar
siquiera al villano, lo cual provoca un distanciamiento que a la postre resulta
fatal para la película. Su ritmo lento no llega a aburrir, aunque poco le
falta, y al final se termina por ver más por saber cómo acaba la cosa que
porque realmente interese mucho lo que suceda con los personajes. Es como si la
indecisión entre apostar por el drama o la acción hicieran que quedase en
tierra de nadie, fracasando en ambos terrenos.
Al menos la Kurylenko
cumple en el rol de bancaria atormentada y saca adelante su personaje pese a lo
poco que tiene para desarrollarlo.
En resumen, una
película mal definida que se deja ver pero sin cumplir con las expectativas.
Valoración: Cinco
sobre diez.
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