martes, 16 de marzo de 2021

Visto en HBO: CONFINADOS

Doug Liman es un realizador efectivo acostumbrado a la acción que tiene en su haber su paso por la saga Bourne, ser responsable de la unión entre Brad Pitt y Angelina Jolie, o, en intento de rescatar a Hayden Christensen de su estigma galáctico,  la fallida Jumper. No fue hasta cruzar sus pasos con Tom Cruise (Al filo del mañana, Barry Seal) que empezara a ser tomado totalmente en serio. Es por ello que Confinados es una rara avis en su filmografía, un capricho que cuenta, además, con el reputado Steven Knight (Aliados, Millenium: lo que no te mata te hace más fuerte, Serenity) como guionista.

Seguramente se trate de un proyecto nacido del aburrimiento durante el estado de alarma, y lo peor es que esa es la sensación que produce la película, auspiciada por HBO, al verla. Si se echa un ojo a su argumento, la cosa parece ir de un atraco aprovechando el desvinculado causado por la pandemia (vamos, algo parecido a lo que se propone Operación: Huracán o Army of the dead, cada una en sus propias circunstancias), pero nada más lejos de la realidad. Se trata tan sólo de una excusa para que la mínima trama avance en alguna dirección, cuando lo importante de verdad es la situación personal entre los protagonistas (correctos pero poco más, Anne Hathaway y Chiwetel Ejiofor). Es, por lo tanto, un drama intimista sobre una pareja en crisis cuyos problemas se acentúan con el confinamiento obligado. No es la primera vez que se plantea una película desde la intimidad de una casa (me viene a la cabeza la excelente Un Dios salvaje, de Polanski), pero ni Liman ni Knight saben tocar las claves correctas para que los diálogos o el desarrollo de personajes sean suficientemente atractivos.

Así, como película, habría que calificarla como irregular, invitando casi al hastío. Sin embargo, tiene un mérito más allá del estrictamente cinematográfico que me invita a concederle el aprobado justo. Y es que después de una situación tan surrealista e inédita como la que hemos vivido durante el confinamiento del estado de alarma, verlo reflejado en pantalla provoca una proximidad extraña, recordándonos lo global de la epidemia. Cierto es que veo un exceso de normalidad en las escenas finales (las mascarillas son relativamente minoritarias), pero también hay que recordar que en esos días todo era muy confuso y desconcertante.

Las conversaciones (ya sea laborales o con amigos) en video llamada, las calles desiertas o los artistas callejeros improvisando livianas distracciones a sus vecinos hermana el film con la mayoría de espectadores más de lo que lo pueda hacer, en este sentido concreto, Borat, película film secuela, quizá porque en los USA todo se vive de otra manera.

En fin, que puede quedar como retrato de una época pero muy limitada en sus pretensiones.


Valoración: Cinco sobre diez.

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