Muchas
veces puedes conocer la calidad de una película sólo con ver su campaña
promocional. Que Operación: Huracán
se anuncie como “del director de The fast
and the furious” no es de entrada nada halagüeño. Y no porque A todo gas fuese una mala película, ni
mucho menos, ni porque su director, Rob cohen, no haya sido el responsable de
unos cuantos títulos interesantes, como Dragonheart
o Pánico en el túnel, sino porque si
lo más llamativo de una película es recordar el trabajo de hace diecisiete años
pues apañados estamos.
Y
como se podía prever, Operación: Huracán
es una peli correcta, con buen ritmo e interpretaciones correctas, pero
totalmente olvidable. No hay nada memorable ni en su guion, estúpido por
momentos, ni en las escenas de acción, y la gracia de conjugar el cine de atracos
con el de catástrofes se difumina a los pocos minutos de metraje.
La
destrucción gratuita es algo que siempre atrae a un público determinado, pero
ello no significa que sea tan fácil destruir cosas de manera satisfactoria. Si
Roland Emmerich y Michael Bay llevan décadas viviendo de ello, por algo será. Y
Cohen, pese a estar acostumbrado a las escenas de acción (cuya es también la
primera xXx), no logra imprimir el
ritmo adrenalítico suficiente como para que un huracán de categoría cinco
resulte tan espectacular en pantalla como debería.
La
cosa va de un pueblo a punto de ser arrasado por el susodicho huracán y el plan
de una banda de atracadores de aprovechar la evacuación para cometer un atraco a
una sede del Tesoro de Estados unidos. Hay, por ello, todos los tópicos
previsibles, con giros argumentales increíbles y persecuciones ridículas, pero
ni los giros sorprenden tanto como deberían ni el caos es tan absurdo como para
convertirse en una gran fiesta como si en algún momento alguien pensara en que
esto merecía ser tomado en serio. Para remate, tampoco ayuda que los protagonistas
sean tan poco reconocibles, dejando toda la empatía en manos de Toby Kebell
(que, acostumbrado a trabajar bajo máscaras de captura de movimientos, su
momento más reconocible es como el Doom de la horrenda Los 4 Fantásticos) y Maggie Grace, que pese a ser la hija de Liam
Neeson en la saga Venganza, siempre
será más recordada por su trabajo en la serie Perdidos (Lost). Poco renombre para levantar una película demasiado
gris que solo logra ser algo entretenida cuando se vuelve totalmente
inverosímil.
Valoración:
Cuatro sobre diez.
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