A los lectores más
veteranos de cómics, más concretamente de Marvel,
seguro que les vendrá a la mente una broma que se solía hacer en el correo de
los lectores de Forum donde, tras
lanzar una pregunta al aire, ofrecían un No
Premio a quien supera la respuesta.
Pues bien, terminando ya el primer trimestre del año, de lleno en la temporada de ceremonias cinematográficas (algunas bastante tardías, debo reconocer), creo que ya se puede hablar del año de los No Premios. Y es que es tan baja la calidad media de las películas que por primera vez en mucho tiempo no me preocupé en absoluto por ver la retransmisión de los Goya (y lo poco que vi fue más por ver qué tal lo hacía como presentador mi adorado Antonio Banderas que por interesarme que ganara o dejará de ganar) y lo mismo me va a suceder con los Oscar. Así que ya aviso de antemano, este año no esperéis mi crónica habitual, no pienso perder sueño por ella.
Ya lo avisaba en enero del 2020, cuando El Panda Cinéfilo
se convertía en Las cosas del Panda.
El tiempo jugaba en mi contra y iba a poder ir menos al cine, con el riesgo de
descuidar por ello el blog. Lejos de mi mente, en ese momento, la idea de una
pandemia que iba a tener al ciudadano de a pie encerrado en sus casas durante
casi tres meses, con las producciones cinematográficas paradas y los cines
bajando las persianas. Paradojas de la vida, el tiempo transcurrido desde
entonces ha sido, probablemente, el más activo desde el punto de vista del
blog, aunque han sido las plataformas televisivas las que han salido en su
rescate. Ha habido muchas películas, sí, pero pocas maravillas.
Pero volviendo al
tenis de los premios, no todo es culpa del dichoso Covid. También está esa olla
de gafapastismo que invade Hollywood (y parece extenderse por otras
filmografías alrededor del mundo) que hace casi imposible imaginar una gala de
premios en la que triunfe algún título del estilo de Titanic o El Señor de los
Anillos. Que películas como Vengadores: Endgame no tengan un solo Oscar y
bodrios como Moonlight sí es cosa de
chiste. Y no se trata sólo de una cuestión de gustos personales. Imaginad,
incluso si os gustó la película de Barry Jenkins, repasando dentro de diez o
veinte años las películas con Oscar.
Apuesto que al llegar a esta nadie la recordará siquiera, a no ser que en la
tertulia esté el típico listillo que nos refresque la memoria diciendo algo
como: «Sí, hombre, esa que la liaron con el sobre».
No quiero
menospreciar a nadie, más cuando alguna de las favoritas, como Normadland, aún no se ha podido ver por
aquí, pero está claro que el nivel está por los suelos. Ni siquiera la
presencia de un Fincher va a servir para dar lustro a la ceremonia. Al fin y al
cabo, su Mank es un film para streaming, en blanco y negro y sobre un
personaje que la mayoría de los jóvenes de hoy no tienen ni idea de quién es.
Puede que se
hubiese tenido que hacer un ejercicio de sinceridad y haber cancelado los
grandes premios de este año. Si volvemos al cine español, Adú (¿alguien se acordaba de que era de este año?) o Las niñas no son nada del otro mundo, y La boda de Rosa tiene muchas virtudes,
pero tampoco como para ser considerada una de las mejores películas del año (de
cualquier otro año, claro).
Y como se suele
decir que para muestra un botón. ¿Qué hay más sintomático que premiar a una
película tan mediocre como La gallina
Turuleca por el mero motivo de que no había otra?
Y no es que este
reivindicando que se den previos a propuestas como 6 en la sombra o La vieja guardia, que tampoco es eso...
En fin, que este
año, lo mejor sería dejar todos los casilleros desiertos. Pero como parece que
eso de que «el show debe continuar» es un hecho, pues nada, a premiar lo
primero que se nos ocurra…
Yo, lamentando
mucho, por ahora me bajo de este tren. El año que viene, ya veremos...
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