Una de las triunfadoras de los recientes Goya, película revelación del año, mejor directora novel y bla, bla, bla…
Las niñas es una película
interpretada por un puñado de crías que están muy bien haciendo el papel de
niñas, que corren sus aventurillas como cualquier otra niña de la época y… nada
más.
Dirigida por Pilar
Palomero, Las niñas es la nueva
película vacía y sin nada que aportar al lenguaje cinematográfico más que la
necesidad de su directora de plasmar sus recuerdos ser la infancia en pantalla
grande, como si a alguien más que a ella le tuviese que importar.
Filmada en formato
1.37:1, lo que se traduce en una sensación de gafapastismo y poco más (vamos a
ver, el formato puede ser útil como parte del lenguaje, para plasmar una
sensación de claustrofobia, muy bien reflejada en El hijo de Saúl, pero es este caso sólo sirve para aparentar una
pretenciosidad insoportable), que junto a planos de cogote (otro ejemplo de
casos directores «modernillos» que pretender ser más protagonistas que los
actores o el guionista (e el supuesto de que lo hubiese) demuestran las
intenciones ser la película. Seguramente los que la defiendan reflejarán su
increíble realismo, y eso no lo puedo negar. Es casi como si se pusiera una
cámara pegada a la niña protagonista y se filmara todo lo que hace en su vida
cotidiana. Algo parecido a otras peliculillas menores que la crítica ha
aplaudido (me gustaría saber cuántos de esos críticos las han visto enteras sin
cabecear) como Estiu 1993 o Els dies que vindran. Pero una vez más
olvidan que esto es cine, sinónimo de fantasía, espectáculo, diversión. Y una
cosa es hacer un drama con conciencia social y otra muy diferente es retratar
la vida cotidiana sin un desarrollo ni una historia. Al final (y no me vengan
con que el tema del canto es una metáfora que lo redondea todo), la directora
planta el fin cuando le apetece y nos quedamos todos tan panchos. Y ni siquiera
me vale la excusa de buscar una identificación mediante el recuerdo o lo bien
que festeja los ecos de una época. Desconozco cómo fue la infancia de Pilar
Palomero, pero yo viví como adolescente la misma época que refleja el film (con
algún año más que la protagonista) y no reconozco el paisaje. Se ve que ese
exceso de conservadurismo ultra católico pasó de largo por mi barrio.
En fin, película
aburrida, que sólo se sostiene por la simpatía que puedan despertar las
protagonistas, cuyos aplausos críticos me resultan totalmente incomprensibles.
Cómo la nominación al Goya de Natalia
de Molina (y aquí no soy sospechoso de nada, mil veces he declarado lo que me
encanta esta actriz, pero es que aquí no tiene papel ni tiempo para lucirse).
Esta es una de esas películas que arrasa en festivales pero que, en un año
normal (2020 y 2021 no cuentan para nada) serían totalmente ignoradas en los
rankings de taquilla.
Valoración: Cuatro
sobre diez.
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