El éxito de Johnny Depp en los últimos títulos parece estar en sus horas más bajas. Apartado de la saga de Piratas del Caribe y echado de la de Animales fantásticos, ni siquiera su fiel aliado Tim Burton parece contar ya con él. Eso sin mencionar los diversos escándalos y acusaciones que salpican su vida privada. Es por ello que el actor ha tenido que refugiarse en producciones de bajo presupuesto con personajes carentes del maquillaje que habitualmente lo disfraza para volver a demostrar lo buen actor que es.
Uno de sus últimos
trabajos (está fechado en 2018, pero es ahora cuando ha llegado a España de la
mano de Amazon Prime) es Richard dice adiós, rocambolesca traducción
del original The professor en un
absurdo ejercicio de metacine sobre los traductores han querido acordarse del
anterior film del director y guionista Wayne Roberts, Katie says goodbye.
Richard dice adiós trata sobre
la muerte y la mejor manera de enfrentarse a ella. No es, ni mucho menos, la
primera vez que el cine refleja una enfermedad terminal, y aunque los títulos
más recordáis sea dramas más o menos adolescentes tipo Love Story, Bajo la misma estrella o Antes de ti, que
reflexiva sobre la enfermedad casi desde un punto de vista romántico, tampoco
son pocos los títulos que se dedican a analizar qué hacer con los pocos meses
de vida que quedan y cómo aprovecharlos mejor, ya sea en clave de comedia (Joe contra el volcán), drama familiar (Mi vida) o como alegoría a la amistad (Ahora o nunca).
El Richard del
título es un profesor universitario de lengua al que comunican que padece
cáncer de pulmón en un estado tan avanzado que es ya incurable. Renunciando a
un tratamiento que lo más que haría sería alargar unos meses su sufrimiento, el
protagonista decide poner algo de orden en su vida actores de robarse un año
sabático y entender un viaje a ninguna parte.
La amistad, la
relación con su hija, su farsa de matrimonio… son muchos los tópicos que aquí
se reúnen para dar suena al epitafio en vida de Richard. Para ello, Roberts se
podría haber fijado en el millón de películas que tratan sobre el duelo y la
muerte, pero en un ejercicio de descarada pomposidad prefiere verse reflejado,
de manera casi insultante, en la excelsa El
club de los poetas muertos. Así, una vez consciente de su propia
mortalidad, Richard se convertirá en ese profesor molón y desafiante que a todo
estuviste le habría gustado tener, un transgresor excéntrico y descarado,
obsequiado al espectador con las perlas de sabiduría de un director que, sin
embargo, no es capaz de crear unos diálogos que, aunque ágiles, no están nunca
a la abrirá de sus pretenciosas intenciones.
Se agradece al
menos que no caiga en el sentimentalismo ni busque (casi nunca) la lágrima
fácil, aunque la película no alcanza nunca la intensidad buscada y se pierde en
una mezcla entre drama y comedia que sólo se salva por el carisma de un Deep
recuperado para la causa. No llega a aburrir, pero tampoco emociona ni
alecciona lo suficiente.
Valoración: Cinco
sobre diez.
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