Aunque estrenada a finales del año pasado, este inicio de 2021, con Trump agotado de su presidencia americana, es un buen momento para descubrir la mini serie La ley de Comey, estructurada en dos episodios de hora y media de duración pero que, por el motivo que sea, Movistar ha dividido en cuatro partes con una duración más convencional.
La ley de Comey parece concebida
con las idea de lavar la imagen de James Comey, quien fuese director del FBI
entre septiembre de 2013 y mayo de 2017, aunque la ficción se centra
básicamente en su última etapa, en la que debió lidiar con la investigación a
Hillary Clinton por el caso de los correos electrónicos y, por ende, con la
victoria de (¡ojo spoiler!) de Donald Trumb en las presidenciales.
Aunque aquí el tema
nos toca muy de lejos, parece que Comey fue acusado por la masa social como el
culpable de que Trumb llegará a la Casa Blanca, por más que se limitará a hacer
su trabajo lo mejor posible. Por ello, la serie se esfuerza en dejar bien clara
su ideología política (y la de toda su familia) y su honorabilidad,
definiéndolo casi como un santurrón con muchas similitudes con el Presidente
Barney. De hecho, resulta difícil no pensar constantemente en El ala oeste de la Casa Blanca, y por lo
tanto echar de menos la ametralladora verbal de Aaron Sorkin en los guiones.
Pese a ello, La ley de Comey se las apaña para
explicar medianamente bien temas enfarragosos sin aburrir en ningún momento,
pero peca de un partidismo tan poco disimulado que quita credibilidad al
asunto. No es cuestión mía decidir quién es el bueno o el malo de la función
(aunque cuesta imaginar a Trump como el bueno en cualquier argumento posible),
pero el drama general que se vive en pantalla tras la victoria de este en las
elecciones o el hecho de que no haya ni un republicano entre los protagonistas
impiden que la experiencia didáctica resulta suficientemente satisfactoria.
Sí conviene
destacar, y mucho, a Jeff Daniels como Comey y, sobre todo, a Brendan Gleeson
como Trump. Sólo por ella ya se justifica el visionado.
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