Inspirada
muy ligeramente en una conocida serie televisiva que por estos lares se vio,
por lo menos, por algún canal autonómico, The
Equalizer supone el reencuentro entre el actor Denzel Washington y el
director Antoine Fuqua después del buen resultado que tuvieron con Día de entrenamiento (Oscar al mejor
actor para Washington).
La
película cuenta (con muy pocos detalles) la historia de Robert McCall, un simple
trabajador en un almacén de bricolaje,
muy amigo de sus amigos y con un aire de melancolía que se refleja en sus
noches de insomnio al amparo de un buen libro en una cafetería. Sin embargo, no
se tarda demasiado en descubrir que las cosas no son lo que parecen y que hay
algo oscuro tras este hombre afable y de buen corazón.
Resulta
harto complicado definir el film en una sola palabra, pues contiene demasiados
elementos negativos como para poder definirla simplemente como una buena
película. Empezando por los personajes, exageradamente arquetipos, con unos
buenos muy buenos y unos malos muy malos, sin matices ni claroscuros.
Luego
está el tema de la credibilidad. Nada de lo que sucede es factible, y el tal
McCall se nos presenta como un héroe cuasi indestructible, una máquina de matar
perfecta que dejaría en ridículo a machos como Chuck Norris o Charles Bronson.
De hecho, no sería exagerado decir que la película recuerda mucho a esos
títulos de justicieros implacables de los ochenta, de manera que si el
protagonista llevase gafas de sol, una cerilla en la boca y un apodo surgido de
su apellido italiano o si condujese un descapotable al ritmo de AC/DC y tratara
de vengar la muerte de su primo segundo favorito, ustedes ya me entienden, no
nos extrañaría en absoluto.
Sin
embargo, y pese al punto de seriedad y dramatismo que trata de dotar a su
personaje Denzel Washington (y mira que le salen bien las miradas perdidas
llenas del más absoluto vacío), sobre todo en lo referente a su relación con el
personaje de Chloë Grace Moretz (una prostituta rusa perteneciente a la mafia),
esta nueva versión de El Ecualizador
(aquí subtitulada como El Protector)
podría ser la pareja de baile de la recientemente comentada The Guest, cinta inédita aún en España
pero que se dejó ver por el festival de Sitges. Ambas son, en resumen, una
soberana tontería, una colección de muertes a cual más burra que, analizadas
fríamente, no se sostienen por ningún lado, pero ambas tienen, a su vez, algo
que mola. Si The Equalizer se hubiese
presentado en Sitges (o en algún festival de similares características)
seguramente habría arrancado cientos de aplausos coreando sus escenas más
sangrientas, ya que la falta de humor de The
Equalizer se compensa con la bestialidad de la mayoría de las muertes de
los malos, algunas rozando el gore.
No
diré ningún spoiler importante si aseguro que nadie puede con McCall y eso,
como en los buenos tiempos de Segal, mola. Absurdo e incoherente todo, de
acuerdo, pero efectivo. Washington parte la pana, y no hay más que comentar.
‘The equalizer: el protector’, una película que sigue una misma línea tanto a nivel audiovisual como a nivel temática, pero con tintes más oscuros e inquietantes donde el secreto y el misterio están sujetos al desarrollo de su personaje principal, un filme que logra atraparte desde el inicio hasta el final. Si lo tuyo es el suspenso sin duda ésta película es para ti, no te pierdas la oportunidad de verla.
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