Bárbara es una joven de turbio pasado casada con un adinerado y posesivo
psicólogo que la trata de sus muchos traumas. Luis es un profesor en paro que
mantiene sólo a Alicia, su hija de doce años enferma de leucemia. Damián es un
hombre mayor, también antiguo docente, que acaba de cumplir condena en la
cárcel. A partir de estos tres personajes Carlos Vermut constituye una trama
magnética que desconcierta e intriga por igual, saltando ligeramente es el
tiempo para ayudar a entrelazar mejor las historias hasta dar un sentido de
coherencia brillante y adictivo. Partiendo de la sencilla premisa de una niña terminal
que desea más que nada un vestido de un personaje manga llamado Magical Girl
Yukiko, la película supone un paseo por el lado oscuro del ser humano, un
confrontamiento entre deseo y razón que se visualiza metafóricamente entre el
colorido y la musicalidad del mundo del manga y la sucia sencillez de los bares
de extrarradio.
Con una pizquita del enmarañado salto temporal de Pulp Fiction y los afluentes narrativos de Vidas Cruzadas, Magical Girl
es un amalgama de sentimientos, todos ellos inicialmente bondadosos, todos
ellos definitivamente truculentos, que provocarán, tras un camino de
sensaciones agradables, algo de humor negro y alguna carcajada totalmente
inesperada, a una dureza perturbadora, adentrándonos en mundos oscuros que no
desearíamos pisar pero de los que no podemos (ni queremos) escapar.
Con una inspiración originaria del cine coreano, tal y como reconoce el
propio director, Magical Girl posee
unos personajes con pasados oscuros que nunca llegaremos más que a intuir. Y
ese es uno de los secretos del film, que en ocasiones lo que no se muestra
logra interesar tanto o más que lo que se enseña. Fácil lo había tenido Vermut
para realizar una película claramente retorcida y macabra con sólo enseñarnos
que sucede dentro de la habitación del lagarto negro o con un flashback
revelándonos qué llevó a prisión a Damián años atrás, pero dejar esos espacios
en blanco (en negro sería más apropiado) para que los rellenemos nosotros
mismos con nuestra propia imaginación es mucha más sutil y, a la vez, malévolo,
haciéndonos sentir incluso sucios ante las perversidades que se nos pueden
sugerir.
Elegantemente filmada y con un gran trabajo actoral, destacando la mirada
tierna de la niña Lucía Pollán o la seductora derrota que refleja Bárbara
Lennie, y sin dejar jamás de lado al siempre prodigioso José Sacristán, Magical Girl es una película de miradas
y silencios, de sonidos y músicas, de efectos que apuntan directamente al
corazón y desazonan el espíritu.
Inquietante, descorazonadora, triste, perturbadora… definitivamente genial,
un sentimiento de vacío nos invade al permanecer pegados al asiento durante los
títulos de crédito, mientras que el recuerdo del puzle (tanto literal como
metafórico) de la pieza se nos quedará grabado en la memoria durante días,
ganando, como el buen vino, con el paso del tiempo al dejarla madurar en
nuestra mente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario