Todo lo bueno se tiene que terminar, y el Festival de Sitges no iba a ser
una excepción. Tras apoyar mis últimos minutos libres visitando por fin la
exposición sobre REC (mañana también
la tengo libre, pero en algún momento tendré que dormir, digo yo), me dirijo a
presenciar la ceremonia de clausura del Festival.
No voy a dar la lista completa de premiados porque la podéis encontrar
fácilmente en la misma web del Festival y porque son tantos premios que ni yo
mismo me aclaro. En resumen, que la que más ha gustado ha sido I, origins, que la de The Babadook también ha convencido y que
el premio del público ha sido para mí candidata neozelandesa (al menos he
acertado una).
La ceremonia, por más que han tratado de introducir algún gag, ha sido
larga y aburrida, con Ángel Salas reciclando el discurso de la Inaugural y con
mucho enchufado agradeciendo premios que ni eran para ellos. No podía faltar el
toque catalanista reivindicativo.
Pero el momento cumbre de verdad ha sido con la subida al escenario del
gran Joe Dante y el veterano Dick Miller, que horas antes habían sido
homenajeados por toda su trayectoria celebrando la ocasión con la protección de
la que son duda fue las obras cumbre de ambos, Gremlins. De nuevo sobre el escenario, Dante se mostró cercano y buen
conocedor de la dicotomía del Festival en la presentación de su nueva película.
Burying the ex es una divertida comedia
muy negra y que, como toda la trayectoria de Dante, rezuma espíritu ochentero
por doquier, sobre una pareja joven que, enamorados, prometen estar siempre uno
junto al otro. Pero el tiempo y las abismales diferencias de caracteres
terminan haciendo mella hasta el punto de que él toma conciencia de que para poder
ser felices deben separarse y el día que queda con ella en un parque para cortar
la muchacha muere atropellada. Pero esto no supondrá el fin de la relación pues
la difunta, decidida a cumplir su promesa, regresa de entre los muertos para
seguir eternamente junto a su amor. Gamberra y cachonda, Dante ofrece a sus
fans justo lo que se espera de él, una hora y media de risas y aplausos con
chorros de hemoglobina y amputaciones aptas para todos los públicos y una
frescura que ya quisieran para sí muchos realizadores jóvenes que en su afán
por romper moldes terminan conjugando aburrimiento y pedantería. Dante no
inventa nada, ni falta que le hace...
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