Con un sol estupendo que ni yo me lo esperaba continúo mi andadura por el festival más importante del mundo en lo que a fantástico se refiere.
Es curioso como de un tiempo a esta parte el misticismo que había alrededor de Hollywood se había empezado a desinflar en parte gracias a una nueva ola de realizadores jóvenes que habían revitalizado el cine más o menos independiente británico, con Zombie Party como glorioso representante y abriendo las puertas al resto de la trilogía del Cornetto o a títulos como Attack the block, Vampire Killers, etc.
Este año, sin embargo, quien parece tener las de mandar es el cine oceánico, y aquí os traigo dos buenas muestras como prueba de ello.
Empiezo con la neozelandesa Lo que hacemos en las sombras (ese parece que será el título en español de What we do in the sadows, más literal imposible) que si bien no está firmada por ningún director ni actor reconocible sin duda sentará cátedra, pues está llamada a ser la nueva película de culto friki como en su día lo fuese la mencionada Zombies Party o, el año pasado sin ir más lejos, La cabaña en el bosque. Y eso contando con que llegue a estrenarse (seguramente en pocas salas y de tapadillo) en nuestras salas.
Lo que hacemos en las sombras cuenta las aventuras de cuatro vampiros algo anclados en el pasado que comparten piso en la época actual. No hace falta decir que se trata de una comedia sencillamente desternillante, que no se toma en serio a sí misma ni lo pretende y que retuerce todos los tópicos con ingenio y brillantez. Heredera de productos televisivos como The Office, la película se plantea como si del rodaje de un documental se tratase, logrando que por una vez el aroma de found-footage aporta algo al conjunto en lugar de ser una mera excusa para utilizar planos sencillos y poco inspirados. Escribo esto antes de que se sepa el vencedor de la competición de este año, pero muchos apuestan por este título. Por risas y aplausos en la sala no será.
El otro título que nos llega de las antípodas es la australiana The Rover, un duelo interpretativo entre un excelente Guy Pierce y un no menos destacable Robert Pattinson (sí, ese, el de Crepúsculo, que tras sus colaboraciones con Cronenberg y esto parece querer sacarse de encima el sambenito vampírico). Con un ritmo intencionadamente pausado la acción parece cogernos con la película empezada, con unos personajes (el interpretado por Pattinson y el grupo de su hermano) sobre los que desconocemos lo que les está sucediendo y otro (el de Pierce) sin historia ni pasado. Se trata de personajes sucios, sin empatía, desagradables, en una especie de western postapocaliptico (sabemos que hace diez años pasó algo que lo cambió todo, pero no importa demasiado el cómo ni el qué) que evoca rápidamente al mundo por el que deambulaba Viggo Mortensen en The Road.
El punto más negativo cabe buscarlo en Monsters: Dark Continent, una secuela de aquella película sencilla (en su sencillez radicó su éxito, que a mi tampoco es que me emocionara) que dirigió Gareth Edwards en 2010 sobre una invasión alienígena en la que los bichos apenas salían (se ve que el tipo le cogió el gustillo, pues algo casi igual hizo con su flojita Godzilla). Ya sin él para dirigir la secuela la película pierde ese rasgo de identidad, trasladando la acción de México a Oriente Medio. Pero no esperen encontrarse una suerte de Starship Troopers, pues la pretendida (que no es lo mismo que conseguida) metáfora antibelicista la convierte en una película de guerra del montón, en la que no se sabe realmente quien es el enemigo y que deambula por aguas revueltas (tiene algo de Salvar al soldado Ryan, El único superviviente y el toque pseudodocumentalista de En tierra hostil) sin encontrar nunca su propio camino. Aburrida y lenta, peca además de pretenciosidad, dando la sensación de que su director está más pendiente de conseguir bonitos encuadres que de plasmar una historia y sus actores se limitan a poner poses y poco más. Y los bichos, ni están ni se les esperan.
Y así concluye una nueva entrada sobre el festival. En la siguiente sabremos ya los ganadores y habré asistido a la Ceremonia de Clausura. Me pongo con ello…
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