Llegó
el gran día. Al fin llegó el momento de regresar a Sitges, ese bonito pueblo
donde el año pasado me acerqué por primera vez al Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya donde me
dejé devorar por las hordas sedientas de sangre de la Zombie Walk y disfruté de algunos adelantos de temporada de las series
televisivas más esperadas.
Este
año, tal y como prometí, la cobertura será muy diferente, abarcando un buen
puñado de títulos importantes (aunque el calendario me obligará a prescindir de
otros muy deseados) aun a riesgo de pasar más horas de las aconsejables sin
pegar ojo. Pero ya se sabe que no se puede tener todo en la vida, ¿no?
Comienza
la jornada con un agradable paseo por las calles de Sitges, todavía a medio
decorar, haciendo los primeros gastos en los puestos ambulantes de la calle de
Port Alegre, frente a la Playa de Sant Sebastià.
También es buen momento para
disfrutar de algunas exposiciones interesantes, como la del artista Carles Ganya
y sus representaciones en grafito sobre madera de diversas escenas de cine
fantástico, ofrecida en el Palau Maricel (por desgracia un retraso en las
ruedas de prensa me obligan a pasar fugazmente por la retrospectiva sobre la
saga REC en la Casa Bacardí, pero,
como diría Schwarzie: “Volveré”) e incluso entablar interesantes conversaciones
con miembros de la GAC que auguran un abanico de posibilidades para futuros
proyectos.
Sin
tiempo que perder hay que dirigirse a las inmediaciones del hotel Melià, donde
mientras espero la llegada de los primeros VIP’s puedo entretenerme con la
pequeña muestra de merchandising de la FNAC o de hacer un poco el canelo en
video gracias al stand de Movistar.
Al
fin llegan las primeras caras conocidas: Rodrigo Cortés, Gabino Diego y Manuela
Vellés son los primeros, pero la organización no facilita que se pueda acceder
(fotográficamente hablando) demasiado a ellos si no se es acreditado de prensa,
por lo que dejo pasar al resto de celebrities y de centro en entrar cuanto
antes al Auditorio. La gran estrella de la saga, manuela Velasco, se muestra
algo más accesible.
Y
por fin empieza la gala. Tras alguna entrega de premios algo cansina, un
homenaje a los desaparecidos en el mundo del cine en este último año (especialmente
emotiva con los aplausos recordando nombres como Robin Williams, Harold Ramis, Álex
Angulo, James Gandolfini o Philip
Seymour Hoffman) y unas palabras del director del festival, Ángel Sala, que se
pueden resumir en reivindicar el sentido cultural del cine, se da paso a los
dos platos fuertes de la fiesta: el director Roland Emmerich y Franco Nero.
Gas
natural Fenosa está apostando fuerte últimamente por el cine, patrocinando la
mejora de diversas salas de cine y produciendo ahora una serie de cortometrajes
con la excusa del ahorro energético como telón de fondo. Rodrigo Cortés es el
guionista y realizador de uno de ellos, 1:58,
y antes de verlo en pantalla aparece por el escenario para saludar, acompañado
de los protagonistas del mismo, Manuela Vellés y Gabino Diego (quien solo pone
voz). La proyección revela que Cortés sigue en pleno estado de forma con una
historia impactante, aterradora y divertida a la vez, pero que funciona más a
nivel visual que narrativo, con un desenlace algo desangelado en proporción a
las expectativas creadas.
Y
ahora sí, es hora de ver a uno de los fijos del festival: Jaume Balagueró, que
escudado en Manuela Velasco, Paco Manzanero, Ismael Fritschi y varios
productores, hcieron una presentación simpática y cómplice de su película,
confirmando que con ella se cerraba definitivamente el círculo y, por
extensión, la saga.
No
soy un experto en visionados del festival, e imagino que los pases generales
serán más animados que los pertenecientes a estas galas, donde la presencia de
personalidades puede enfriar un poco el ambiente, pero los aplausos en diversos
momentos del film no fueron tan extensos como cabría esperar, lo que me invita
a pensar que quizá el film no haya estado a la altura de lo esperado por
muchos.
Aunque
debido a la proximidad del estreno haré una crónica más exhaustiva en su
momento, quiero adelantar que me pareció un buen broche de oro a la saga. Menos
aterradora que la primera y con un humor más sutil que la tercera (para mí las
mejores de la cuatrilogía), Balagueró combina en su trabajo en solitario lo
mejor de todas ellas, ofreciendo suficientes guiños para que, pese a alejarse
de la angustia de la cámara en mano, se mantenga coherencia con el film, respetando
la sensación de claustrofobia y otorgando más coralidad al argumento.
Más
adrenalítica que aterradora (que también), REC
4: Apocalipsis supera en ambición a sus predecesoras, y quizá eso
perjudique en ciertos momentos al film, más cuando Balagueró no tiene el
virtuosismo necesario para determinadas escenas de acción, mientras que los
fans más fieles al título, entre los que me incluyo, puedan echar en falta más
respuestas sobre la Niña Medeiros (hubo un tiempo en que se rumoreo que esta REC 4 iba a ser una precuela) o un
despiporre zombie por las calles de Barcelona como el indicativo “Apocalipsis” podría sugerir.
Aplaudo
y defenderé esta película hasta el final, pero si algún día se organiza una
recogida de firmas para convencer a Balagueró y Plaza (tanto monta, monta
tanto) para volver a su mundo de pesadilla con una hipotética REC 5 yo seré el primero en apuntarme.
Y
con esta proyección concluye la gala y mi primera toma de contacto con el
festival. El próximo viernes empezará la (para mi) auténtica locura, y aquí me
tendréis para explicároslo.
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