Marc es un profesor de literatura (o lo que es lo mismo, un escritor
fracasado) a la par que un mujeriego con un poder de seducción para sus jóvenes
(y curiosamente atractivas) alumnas extremo. Pero su tranquila y apacible
rutina se verá interrumpida con la desaparición de una chica (su última
conquista secreta) y la aparición de su madre en escena, demasiado joven y
hermosa como para que Marc pueda resistirse a sus encantos.
Disfrazada de thriller policial con la investigación de la desaparición
como telón de fondo y con los impresionantes paisajes nevados de los Alpes
franceses como protagonista indirecto, la película es en realidad un drama
sobre las debilidades de un hombre y su falta de empatía con la sociedad en
contraste con sus habilidades tanto como seductor como en su faceta de
profesor.
Con demasiadas subtramas siempre alrededor de Marc, como la extraña y
enfermiza relación con su propia hermana, que intentan ayudar a construir un
personaje pero amenazan también con desviar demasiado la atención sobre la
historia principal, El amor es un crimen
perfecto muestra demasiado pronto sus cartas insinuando sin rubor el
probable destino de la muchacha y destinando la intriga sólo en conocer la
psique de Marc así como su resolución. Por ello, la falta de un giro argumental
que nunca se produce (al menos en referencia a su argumento principal, giros sí
hay pero en su mayoría tramposos e incluso muy forzados) la compenso sólo con
el descubrimiento de que el gran seductor que parece Marc (personaje que de
entrada podía ser la envidia de cualquier hombre) termina revelándose como una
víctima constantemente dominado y manipulado por sus aparentes conquistas,
convirtiendo al gran cazador en presa fácil para las depredadores que lo
rodean.
Curiosamente, en el apartado interpretativo, Mathieu Amalric convence en el
papel del arrebatado profesor pese a no tener un físico idóneo para creérnoslo
mientras que en el caso femenino está claro que se ha priorizado el atractivo
de las damas que sus dotes interpretativas, en especial Maïwenn que acusa de su
mirada de melancolía perdida hasta resultar desesperante.
En conclusión, la película es interesante y entretenida, pero con
demasiadas lagunas que invitan a pensar que los directores Jean-Marie y
Arnaud Larrieu no terminan de tener claro hacia dónde quiere encaminar su nave.
Y eso termina pisando demasiado.
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