Dirigida por George Clooney, Cielo de medianoche, el último estreno importante de Netflix de este año, es la primera aproximación del director al terreno de la ciencia ficción, aunque no así como director, ya que hay que recordar sus trabajos como protagonista en Solaris o su breve pero fundamental aparición en Gravity, ambas películas espaciales de fuerte carga emocional.
Basada en una
novela de Lily Brooks-Dalton, Cielo de
medianoche nos presentar un futuro post apocalíptico donde la vida en la
tierra prácticamente se ha extinguido aunque nunca sepamos con claridad los
motivos. Tampoco es que importen demasiado, ya que lo que realmente cuenta el
film es la desesperación del que posiblemente sea el último superviviente del
planeta, un científico refugiado en el Ártico, cuya última finalidad es la de
conseguir comunicarse con la Æther, una nave espacial de regreso de una misión
para encontrar un planeta habitable para la raza humana y conseguir avisarles
del fatal destino que les aguarda.
Con un tono muy
contemplativo y pausado, la película avanza a dos tiempos. Por un lado, la
historia del personaje de Clooney en la Tierra apuesta por las emociones, con
el actor haciendo un gran trabajo para transmitir la desesperación y frustración
que le supone no haber podido hacer nada para evitar la catástrofe, mientras
que las escenas a bordo de la nave son las que proponen los momentos de acción
y de mayor adrenalina. Además, todo ello está filmado con un gran sentido del
espectáculo, consiguiendo momentos visuales muy bellos de gran pericia técnica.
En el lado negativo
habría que destacar que todo suena un poco a lo de siempre, con elementos de la
historia en la Tierra que recuerdan, por ejemplo, a La carretera, mientras que alguna escena en el espacio podría
conectar con Interestelar. En el lado
positivo, me ha gustado especialmente esa ausencia de explicaciones, no
revelando nunca más de lo estrictamente necesario y dejando muchos momentos
para la reflexión, que no interpretación. Todo está bien explicado, lo cual no
significa que nos lo den tan mascado y sobreexplicado como le gusta hacer, por
ejemplo, a Nolan.
Valoración: Siete
sobre diez.
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