Mientras estoy a escasas horas de que termine la segunda temporada
de The Mandalorian, serie que
terminaré como el resto del mundo pero que he empezado casi dos meses después,
y con la polémica suscitada por The boys
ya olvidada, he querido reflexionar con vosotros sobre la mejor forma de ver
una serie de televisión.
Si hablamos de la manera de ver una serie con afectar a su
calidad, encuentro excesivo e incluso agotador hacer maratones intensas en las
que ver, por ejemplo, dos temporadas enteras de Juego de Tronos en un fin de semana. Y es que por mucho que uno
pueda disfrutar de una serie, darse semejante atracción impide el proceso de
reflexionar e incluso analizar lo visto en cada episodio, perdiéndose ese punto
de meditación que enriquece un producto de calidad. No me imagino viendo, por
ejemplo, Gambito de dama en una sola
tarde...
Sin embargo, con los tiempos que corren, donde todo se hace con
prisas y hay auténtico pánico por los spoilers (cosa que no va mucho conmigo,
que nací en la época en la que la muerte de Chanquete se anunció una semana
antes de la emisión del capítulo de Verano
Azul en las portadas de todas las revistas), ver un episodio por semana
puede ser hasta peligroso. Estás obligado a ver el episodio en cuestión apenas
se encuentra disponible y, si se siguen varias series a la vez, al final
terminas por hacerte un lío y mezclar tramas. Es el problema de ver lo que te
gusta, lo que «se tiene que ver» y lo que te recomiendan que veas que no te
termina de convencer pero sigues porque te han asegurado que más adelante
mejora.
Por eso yo, particularmente, prefiero las maratones, pero con
cierta medida. Ya que no temo a los spoilers (y con spoiler me refiero a que me
revelen algún dato concreto de la trama, otra cosa es que me revienten el
argumento completo), siendo sólo quisquilloso en temas Marvel, y tampoco es que me pase el día en redes sociales, mi
opción preferida es la del episodio diario. Estoy hablando todo el rato, por
supuesto, de series de peso (y que nadie se ofenda por el calificativo). Nada
que ver con pegarme un atracón un domingo lluvioso de Friends o The big bang theory,
que las sitcoms juegan en otra liga.
Pongo el caso de The
Mandalorian, que dada su duración, un episodio a la semana me sabe a poco,
así que me aguante las ganas hasta finales de la semana pasada y hoy mismo
(jueves, 17 de diciembre) he visto el episodio siete, de manera que mañana
disfrutaré del final de temporada a la vez que todo el mundo.
Hablo de gustos y colores, por supuesto, algo que no merecería más debate si no fuese por la controversia nacida a partir de la segunda temporada de The Boys. Por si alguien no sabe de lo que hablo os pongo en antecedentes.
The Boys apareció hace un par de años caí sin hacer ruido dentro del catálogo de producción propia de Amazon Prime. Se subió toda de un tirón, lo que coloquialmente podríamos denominar «al estilo Netflix», y fue un éxito absoluto hasta el punto de convertirse en la serie de cabecera de la plataforma. Hace unos meses llegó el ansiado estreno de la segunda temporada y se decidió colgar con carencia semanal (vamos a llamarlo, por decir algo, «al estilo HBO»). El cambio no fue anunciado con suficiente insistencia, y pilló por sorpresa a muchos fans que no reaccionaron demasiado bien al mismo. Yo mismo, que empiece la serie algo después de su estreno, me sentí muy distraído al descubrir que el tercer episodio era el último disponible y decidí abandonarla hará que no estuviese disponible por completo. El calentón fue tal que hubo una llamada al boicot haya el punto que los propios creadores tuvieron que salir en defensa de Amazon e indicar que se había hecho a petición de ellos mismos, que es como mejor consideraban que se podía disfrutar la serie.
Por más que encuentro exageradas estás muestras de odio hacia un
producto que te gusta, la realidad es que era una estratagema pensada para
conseguir que cada semana se hable del episodio en cuestión, mientras que ofreciendo
la serie al completo está dejaba de ser noticia en un par de semanas. Teoría
tan buena como pretenciosa, pues la considero válida para series muy top (y me
vienen a la cabeza, solamente, Juego de
Tronos o The Mandalorian, por no
alejarnos mucho en el tiempo y recordar a Perdidos).
La realidad es que con el ritmo de estrenos que tenemos vale más mucho ruido de
golpe que aspirar a un ruido inferior que se pueda, o no, prolongar en el
tiempo. Siguiendo con el ejemplo, antes de terminar la emisión de The Boys T2 llegó Gambito de dama, y todo el mundo se puso a hablar de ella. Y tengo
la sensación de que The Boys ha sido
olvidada mucho antes de la aparición de su final, con una repercusión muy
inferior a la primera temporada. Que eso sea culpa de la emisión, del boicot o
de la calidad de la misma es algo que dejo al pactar de cada uno.
Otro peligro del estreno a cuenta gotas es el olvido. Todos
tenemos una lista de pendientes infinita (al final, el tiempo de ocio es
limitado) y en dejar una serie en la recámara en espera a que esté completa
puede significar su condena. Yo mismo tengo muchas de esas pendientes que si me
las hubiesen ofrecido de golpe las habría devorado con ganas. En unos días
publicaré mi opinión tardía de Vis a vis:
el Oasis, y algún día sacaré tiempo para ver el final de El Ministerio del tiempo, WestWord, Patria, Antidisturbios...
Y eso que The Walking Dead la
abandoné hace tiempo no sólo por culpa de esto pero sí en parte.
En fin, que cada uno puede ver las series cómo y cuándo quiera,
pero si se ofrecen de golpe es más fácil que cada uno se haga su propia
composición. Las emisiones semanales te imponen o un visionado lento o esperar
a verlas una vez ha pasado ya el boom y con otras novedades aparecidas por el
camino.
¿Os imagináis que durante el confinamiento a Netflix se le hubiese ocurrido la locura de presentar la cuarta
temporada de La casa de papel semana
a semana? Eso sí que habría sido un drama para los haters de Internet, y no lo del Covid...
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