domingo, 23 de enero de 2022

Visto en Movistar: DEXTER: NEW BLOOD

Parece que hay como una maldición según la cual es imposible que una serie que ha alcanzado la categoría de mítica tenga un final que no genere polémica. Sucedió con Perdidos, se repitió con Juego de Tronos e incluso ha alcanzado al mundo de las sitcoms con ejemplos como Cómo conocí a vuestra madre o The Big Bang Theory.

No tenía yo la sensación de que Dexter, cuyo desenlace es cierto que no gustó demasiado, hubiese provocado las iras de sus seguidores, sobretodo porque a partir de la cuarta temporada la serie se empezó a desinflar y a perder a gran parte de estos, pero repasando ahora las crónicas de la época parece que sí, que el odio generado es superior, en muchos casos, al provocado por los adeptos a J.J.Abrams o George R. Martin hasta tal punto que, ocho años más tarde, los de Showtime han dado el visto bueno a una nueva temporada (ahora considerada como miniserie) para dar otro cierre a la historia del forense de la policía y su pasajero oscuro.

Dexter: New Blood nos presenta la nueva vida de Dexter, una vida en apariencia apacible y feliz, con una identidad falsa y capaz de haber encontrado el amor en el seno de una agradable y fría población de montaña. Vamos, todo lo apuesto a su Miami original.

Todo parece ir de perlas para el asesino más carismático de la historia de la televisión, pero el pasado es algo que siempre tiende a perseguirnos, y el suyo no iba a ser una excepción. Además, su pasajero oscuro sigue ahí, y tarde o temprano tiene que asomar para volver a tomar el control.

La gran duda que debate la serie es si el protagonista, por más que solo asesine a los «malos», siempre según el código que su padre le inculcó, merece redención por sus pecados o no. Por eso, más allá de las subtramas que se vierten en esta nueva temporada, con varios caminos abiertos entrecruzándose entre sí, es cuestión de la propia moral decidir el destino, ahora sí definitivo, de Dexter Morgan.

Para ello, se ha construido una temporada de diez episodios que peca de un arranque demasiado anodino. Para tratar de recuperar la conexión del público con el protagonista y asegurarse de establecer bien las claves de su nuevo status, la serie se toma demasiado tiempo, no teniendo demasiado claro si, de haberla visto al ritmo de un episodio por semana, no la hubiese abandonado tras tres episodios donde, aparte de organizar expediciones por el bosque en busca de un desaparecido, no ocurre casi nada. Por suerte, la serie se endereza y va tomando velocidad de cara a un final que, si bien considero adecuado para el propio Dexter, creo que ningunea a los nuevos secundarios aquí presentados, a los que nos habían enseñado a querer y cuyos destinos quedan demasiado en segundo plano. Otro error podría ser el abuso de la voz en off, redundada por la presencia fantasmal de la hermana de Dexter, la Debra de Jennifer Carpenter que resulta demasiado cargante.

De todas formas, la gran incógnita está en saber si el nuevo final del personaje encarnado por Michael C. Hall va a ser del agrado de sus fans. Y ya os dogo yo que, por más coherente y lógico que pueda parecer, la respuesta es no. Nunca puede llover a gusto de todos, y menos cuando está la moral por en medio.

Como sea, pese al peaje a pagar que supone el ritmo algo torpe de los primeros episodios, ha sido agradable volver a encontrarse con Dexter y su pasajero oculto. No soy muy partidario de reescribir finales, pero ya que lo han decidido hacer, bienvenido sea. Ahora sí, hasta siempre, Dexter Morgan. Intentaremos dejar de echarte de menos.

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