Pese a que Amazon Prime es la única que consigue hacer sombra en números de suscriptores a las todopoderosas Netflix y Disney+, no está claro cuántos de estos suscriptores son asiduos habituales a la plataforma o simplemente se aprovechan de las ventajas de la suscripción a la hora de realizar las ventas on-line. Quizá ello sea la razón por la que la plataforma de streaming no ha llegado a despuntar del todo, sin grandes títulos que la representen, sobretodo porque la mayoría de sus películas originales (que a la larga resultan ser coproducciones) suelen pasarse antes por las salas del cine.
Con
su ambiciosa versión de El Señor de los
Anillos como la gran apuesta para cambiar las tornas, creada con unas
pretensiones (que miedo me dan) de ser la nueva Juego de Tronos, La rueda del tiempo ha aparecido como una especie de aperitivo para ese mundo de espada
y brujería que imaginó Tolkien, adaptando en esta ocasión las novelas de Robert
Jordan.
En
una serie de estas características, varios son los elementos imprescindibles,
todos ellos cumplidos a la perfección en esta adaptación a cargo de Rafe Judkins. Unos actores más que correctos
(aunque es inevitable que sobresalga la magnífica Rosamund Pike, también
productora), unos efectos visuales cuanto menos resultones y unos fantásticos
escenarios naturales que den colorido a la historia. Y, por supuesto, el eterno
relato de la lucha del bien contra el mal.
Todo
eso lo tiene la serie de Amazon, pero
sin embargo algo hace que no termine nunca de despegar del todo. Quizá, viendo
lo que la trama tiene que ofrecer, le habría venido mejor a la adaptación una
apuesta cinematográfica, más directa al grano. O, simplemente, saber desligarse
de la épica tolkiniana. Y es que la sombra de El Señor de los Anillos (y en concreto de la cisión de Peter
Jackson) es muy larga, y uno no puede evitar tener todo el rato la sensación de
que estamos ante un episodio menor de cualquier historia secundaria de la
Tierra Media. Cierto es que la confección de personajes y sus motivaciones son
muy diferentes a los de la Comunidad el Anillo, aquí conformados por una bruja
y un grupo de jóvenes, uno de los cuales parece estar destinado a dominar el
mundo (es decir, de nuevo el juego del «elegido», misma base del Luke Skywalker
de Star Wars o el Neo de Matrix), teniendo una nueva revisión del
viaje del héroe de Joseph Campbell.
Por
eso, pese a la brujería y las (escasas) apariciones de seres monstruosos, lo
que tenemos es, una vez más, a un grupo de personajes viajando de un lado para
otro, a veces juntos, a veces separados, para tratar de evitar el regreso de
una amenaza oscura del pasado (otra vez el pasado parece más interesante que el
presente, de nuevo los mismos pasos de la mencionada novela de Tolkien, la
trilogía original de Star Wars, la
leyenda de Harry Potter…). Y es que, pese a los esfuerzos de sus responsables,
todo recuerda demasiado a algo ya visto con anterioridad, no siendo capaces de
crear una nueva mitología lo suficientemente atractiva como para tener una
entidad por sí misma.
Sí,
se trata de reinventar la rueda. Y eso no es tarea sencilla.
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