Tras debutar como director en el género negro con Crimen Organizado, allá por 2004, y saltar a la fama con la adaptación de la novela Stardust de Neil Gaiman, la carrera de Matthew Vaughn ha estado siempre vinculada al mundo del comic. Tuvo un primer contacto con Marc Millar mediante Kick-Ass y reinventó la franquicia mutante con X-Men: Primera generación, pero fue con Kingsman: Servicio Secreto, en 2014, con la que logró la fama mundial. De nuevo adaptando una obra de Millar (esta vez con Dave Gibbons a los lápices en lugar de John Romita Jr.), Vaughn haría de su film una franquicia al encargarse tres años después de la secuela, El Círculo dorado. Una película muy divertida y emocionante pero sin duda menos fresca y ligeramente inferior a la anterior.
Decidido
a ampliar horizontes hasta el infinito y más allá, mientras se cuece a fuego
lento la tercera entrega de la saga, Vaughn ha creído interesante explorar los
orígenes de la agencia de espionaje y se ha sacado e la manga esta precuela, The King’s man: La primera misión, para,
con un reparto totalmente nuevo, viajar al pasado e indagar en la creación de
dicha organización, y de la que muy posiblemente habrá secuela.
Una
curiosidad de la revitalización de la saga mutante fue la idea de Vaughn de dar
un contexto real a la historia, asociando la crisis de los misiles con
Magneto.Esa misma idea es llevada al extremo en su nueva película, donde se
basa en personajes históricos reales para explicar, a su manera, la historia de
la Gran Guerra, posteriormente conocida como la I Guerra Mundial.
Hay
que reconocerle a Vaughn su esfuerzo por reinventarse y no caer en los mismos
tropos de sus anteriores éxitos, lo cual no se traduce necesariamente en algo
positivo. The King’s man tiene una
ritmo y una frescura muy diferente a las películas de Kingman (vamos a tener que poner mucha atención en el apóstrofe
para no liarnos), restando parte de comedia e intensificando el drama sin que
termine de funcionar demasiado bien el invento.
No
tenemos aquí secuencias memorables como la batalla en la iglesia de la primera
entrega, debiéndonos conformar con alguna set-piece
apreciable, como la pelea con Rasputín o lo que le acontece al hijo del
protagonista en el campo de batalla, y se echa en falta la presencia de un
villano terrible al que identificar como la gran amenaza. Van pasando varios
personajillos por ahí, como el mencionado Rasputín, una versión menos mística
de lo esperado de Hanussen o la propia Mata Hari, una simple colección de
amenazas, cual enemigos de diversas pantallas de un videojuego, hasta alcanzar
a la gran amenaza que se oculta entre las sombras, un personaje cuyo propósito
de mantenerlo en secreto no termina de funcionar bien (es fácil adelantarse a
su identidad, aunque tampoco es que el momento de la revelación sea muy
impactante) y que no tiene la presencia amenazadora de Samuel L. Jackson o
Julianne Moore.
No
quiero que parezca que The King’s man
es una mala película, pues desde luego no lo es y se puede disfrutar mucho con
las aventuras, en algún momento jamesmondianas de los personajes de Ralph
Fiennes, Gemma Artenton y Djimon Hounsou, teniendo el primero, además, un
crecimiento muy interesante mucho mejor desarrollado que en la mayoría de blockbusters al uso, pero el intento de
que todo encaje en una realidad histórica y la necesidad de presentar una trama
muy solemne con suficiente poso dramático para justificar todo lo que ha de
venir provoca que el inicio sea algo indigesto, enfarragoso incluso (en
especial para aquellos no muy aficionados a la historia), despegando a mitad de
película pero sin conseguir la excelencia en ningún momento.
Muy
apreciable, sí, pero sin duda un paso atrás en una franquicia que quizá no este
nunca a la altura de la frescura y locura de su primera entrega.
Valoración:
Seis sobre diez.
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