Javier Fesser es un realizador peculiar. Dotado de un extraño sentido del humor que ya desarrolló junto a su hermano en el grupo Gomaespuma y que consolidó en su primera película importante, El milagro de P. Pinto, su concepto del absurdo le dio validez para romper taquillas con La gran aventura de Mortadelo y Filemón (que bajo mi gusto fue un horror) pero algo debió rechinarle a él mismo para redimirse con su última aproximación al personaje, esta vez en animación, con Mortadelo y Filemón contraJimmy el Cachondo. Y en esas que, cuando uno menos se lo espera, se lió la manta a la cabeza y se nos puso serio, como en Camino o, sobretodo, su gran éxito: Campeones.
Se diría que la
película protagonizada por Javier Gutiérrez le abriría las puertas a hacer lo
que le diera la gana en su siguiente proyecto, pero pocos imaginarían que este
fuese otro relato de humor absurdo y personajes grotescos financiado por Amazon en formato antología.
Efectivamente, Historias lamentables recupera ese humor
cafre basado en personajes caricaturescos, casi bufones, sobre los que plantear
mil y una desgracias. No soy muy seguidor de Fresser y su filosofía, pero debo
admitir que esta vez ha conseguido el más difícil todavía, con una colección de
historias con las que lleva al límite a los protagonista pero sin llegar a
pasarse de la raya. No es sencillo abusar de unos protagonistas hasta la
caricatura más burda y que la pena o el odio (o ambas cosas, que todo es
posible) que despiertan en el espectador no provoque rechazo, pero Fresser llega
hasta esos límites sin rebasarlos, consiguiendo que al final lo que cuente es
el divertimento con que se nos explica todo.
Podría ser que
alguna de las historias resulte un pelín alargada, pero incluso en el difícil
ejercicio de proponer tramas tan diferentes y que todas funcionen igual de bien
sale bien parado.
Cada uno podrá
tener su segmento preferido (yo me inclino por el último), pero será ya más
cosa de gustos personales que responsabilidad de Fresser, que mantiene un nivel
más o menos igual en todos ellos.
Para mí, que
consideró Campeones como una
películilla bien intencionada pero poco más, exageradamente tópica y ñoña),
esta es la prueba de madurez de un director que ha conseguido al fin aunar sus
fobias y su personalidad con un producto equilibrado y fácil de digerir. Sin
duda, su mejor trabajo hasta la fecha, puede que a la par de su aproximación
animada del mundo de Francisco Ibáñez.
Valoración: Ocho
sobre diez.
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