De vuelta al Warrenverso, ese universo propio que se sacó de la manga James Wan hace ya unos años y que cuenta con películas bastante interesantes (en concreto las que él mismo dirigió) combinadas con otras ciertamente horribles (las dos últimas, sin ir más lejos), Annabelle vuelve a casa es la tercera parte de la saga sobre la muñeca maldita que arrancó con mal pie en el 2014 y remontó algo en su secuela de 2017, pero es a la vez una especie de precuela de Expediente Warren: The conjuring, ya que aquí vemos como la muñeca llega a manos de los Warren.
Ya de entrada, es estimulante la presencia de Patrick Wilson y Vera Farmiga, aunque sea solo de manera circunstancial, dando pie a un prólogo que nos remite a los mejores momentos de la saga. A partir de ahí, será su hija quien protagonice el cotarro, juntamente con su canguro, una amiga de esta y una especie de noviete, algo que puede parecer muy trillado (y lo es, desde luego), pero que gracias a un guion solvente se acepta sin demasiados problemas, consiguiendo que se simpatice con ellos y se den por buenas las dudosas decisiones que este tipo de personajes suelen tomar para que una película así pueda seguir avanzando.
No es que Annabelle vuelve a casa sea una película aterradora, pues tras un prometedor inicio el mal rollo va perdiendo fuelle y hasta se intuye un ligero humor autoconsciente, pero al menos consigue ser suficientemente efectiva para que no aburra en ningún momento y el interés por los protagonistas nos mantenga en tensión. Sí se desaprovecha de parte sus infinitas posibilidades al permitirnos entrar en esa especie de “cámara de los horrores” que los Warren tienen en su casa, siendo más un disfrute por su exceso de personajes que por lo bien utilizados que estén, pero sin duda puede servir como catálogo de futuros spin-off como ya sucediera en su momento con La Monja.
Dirigida con buen ritmo narrativo por Gary Dauberman, que debuta tras las cámaras después de haber escrito los libretos de las anteriores Annabelle y de It, reafirmándose como especialista en el género, el reparto sufre un cambio de cromos en el caso el personaje de Judy Warren (por evidentes motivos de edad), encarnándola en esta ocasión la magnífica Mckenna Grace, de sobras conocida por haber interpretado a la versión joven de las protagonistas de Yo, Tonya y Capitana Marvel y haber participado en Independence day: Contraataque o Un don excepcional, amén de sus trabajos televisivos (La maldición de Hill House, El joven Sheldon, Sucesor designado), confirmándose como una gran promesa. Junto a ella, está el rostro reconocible de Madison Iseman, la protagonista de Pesadillas 2 y una de las integrantes el cuarteto “real” de Jumanji, de la que tiene a punto de caramelo la secuela.
Sintiendo mucha desconfianza por esta película, una de las sorpresas de Annabelle vuelve a casa es que no abusa de los jumpscares, apostando más por el uso de personajes inquietantes sin que ni siquiera Annabelle llegue a tener una presencia cansina. No es terror del bueno, ni tampoco una comedia tan bestia como la que proponía Muñeco diabólico, pero al menos sube algo el listón del Warrenverso (no dejo de pensar qué mala era La Llorona) y demuestra que hay vida más allá de James Wan.
Un entretenimiento digno y, desde luego, la mejor película de la saga de la muñeca (y eso que la segunda era bastante aceptable), que no por ello no debería ser la última.
Valoración: Seis sobre diez.
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