miércoles, 31 de octubre de 2018

PESADILLAS 2: NOCHE DE HALLOWEEN

Ya lo anticipaba desde que vi el primer poster y el tráiler: esta película pintaba mal. Lo anuncié en mi comentario de La casa del reloj en la pared y, aunque me equivoqué con la participación de Jack Black en la misma (aunque no aparezca acreditado), su trabajo es tan plano y poco inspirado que se podría imaginar que solo una cláusula contractual puede justificar su implicación en el proyecto.
En realidad, la protagonista de la película es Madison Iseman, quien ya coincidiera con Black (en película, aunque no en plano) en Jumanji: bienvenidos a la jungla (de hecho, interpretaban al mismo personaje), quien, junto a su hermano pequeño y su mejor amigo, se deben enfrentar a un nuevo ataque de los personajes creados por el escritor R.L. Stine, liderados de nuevo por el muñeco ventrílocuo Slappy.
Pesadillas 2: noche de Halloween pretende ser una comedia de terror para adolescentes, un film que permita a los niños desfrutar de tan aterradora noche mientras sus padres gritan en la sala de al lado con La noche de Halloween, pero en realidad se limita a ser un subproducto que, de haberse hecho un par de décadas antes, habría terminado estrenándose directamente en video.
Tenemos un argumento totalmente previsible, con personajes cargados de tópicos y unos villanos sin ningún trasfondo detrás, algunos, como el trasformado Walter al que interpreta Chris Parnell, que rozan el ridículo, mientras que deambula por ahí algún que otro nombre conocido (horrible el doblaje al español de Ken Jeong) totalmente desaprovechado.
Al final, esto no va más que de un derroche de criaturas monstruosas causando destrozos por la ciudad, cual una versión cutre de Gremlins o Cazafantasmas, en la que ni siquiera podemos destacar sus efectos digitales, bastante limitados en la mayoría de las ocasiones y que ni siquiera permite el lucimiento de ninguna de las criaturas.
Si Pesadillas fue una interesante comedia negra con un tono de metalenguaje al incorporar al autor de las novelas como parte de la historia en lugar de simplemente adaptarlo, esta secuela se limita a copiar alguna de esas ideas sin trabajarse mucho ni la historia ni los personajes, resultando se aburrida y simplona, todo un fiasco tal y como, por una vez, se podía anticipar desde lejos. Y encima, los de Sony tienen la aspiración de hacer una tercera entrega, a juzgar por su final totalmente abierto.
En fin, una pérdida de tiempo que podrá interesar a algunos niños que reirán con las tonterías de turno pero que está muy por debajo, puestos a decidir llevar a nuestros retoños a ver cine de sustos, a La casa del reloj en la pared, que sin ser un gran título es mucho más divertida que esta.


Valoración: tres sobre diez.

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