Ha pasado suficiente tiempo desde Johnny English returns como para poder pensar que se trataba de una franquicia agotada, pero hete aquí que Rowan Atkinson está de regreso con su personaje cinematográfico más memorable (Mr. Bean siempre será infinitamente superior en su tratamiento televisivo), quizá propiciado por la moda actual de combinar cine de espionaje con comedia.
Había muchos motivos para que la película fuese un estropicio, sobretodo si uno juega a las comparaciones, teniendo como referencia principal del género la magnífica Kingsman de Matthew Vaughn, de la que se prepara ya la tercera entrega, pero Johnny English juega a otra cosa, y pese a contar con una acción muy bien rodada, no aspira a competir con ella en cuanto a secuencias de acción, por lo que potencia, con acierto, su sentido del humor.
Pasando al otro lado, sería fácil caer en los estereotipos del humos chabacano y de sal gruesa, pero Atkinson siempre ha estado por encima de eso, y con un tono muy blanco y reforzado en el slapstic consigue protagonizar una película muy divertida, quizá la mejor de las tres, sin salirse demasiado del camino establecido.
Como parodia que es del cine de James Bond, cuenta en sus filas a una chica Bond de nivel como es Olga Kurylenko, en un papel que le permite derrochar química con el británico sin forzar las cosas como previsible (e inverosímil) interés romántico. Además, sin perder nunca de vista la amenaza contra la que se lucha, tampoco comete la película el error de olvidar que la comedia debe primar por encima de todo (error que cometió, por ejemplo, El espía que me plantó), consiguiendo que el tono se mantenga en todo momento, sin altibajos en su ritmo ni perder nunca de vista que Atkinson/English es el reclama de la película, por encima de explosiones, persecuciones y tiroteos.
Con algunos secundarios de lujo (magnífica Emma Thompson como Primera ministra y muy acertado el retorno de Ben Miller tras su ausencia en la segunda entrega de la saga), la película no solo parodia a James Bond y sus gadgets, sino que se burla un poco de todo el espionaje moderno con un aroma retro (música incluida) que, lejos de resultar rancio y caduco, da un toque de nostalgia a la película.
No se trata de la obra maestra del cine de espionaje, ni mucho menos, y, algo obligada por sus precedentes, la película no llega a arriesgar en ningún momento, moviéndose por un terreno de sobras conocido que suena a exceso de acomodo, pero siguiendo la máxima de que “cuando algo funciona, mejor no tocarlo”, este Johnny English, de nuevo en acción consigue mantener viva la esencia del personaje e invita a pasar un rato muy divertido, siempre que uno acepte la necesidad de rendir pleitesía al estilo actoral de Atkinson y sus muecas, peaje necesario a pagar para digerir el film.
Como siempre, el punto negativo cabe encontrarlo en el destripamiento que el tráiler hace de sus mejores chistes, pero eso es un tema aparte.
En resumen, que sin innovar demasiado ni ofrecer nada del otro mundo, English y sus meteduras de pata siguen nen forma y demuestran que continúa siendo el mejor peor espía al servicio de su Majestad.
Valoración: siete sobre diez.
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