sábado, 20 de octubre de 2018

LA CASA DEL RELOJ EN LA PARED

Estrella de la comedia hace una década, Jack Black llevaba un tiempo pasando desapercibido por la taquilla hasta que protagonizó Pesadillas, esa aventura juvenil de terror en la que daba vida al escritor R.L. Stine y que no estaba nada mal. Está a punto de estrenarse su secuela (que tiene una pinta horrible) y Black ha pasado de ella para protagonizar una película distinta pero muy en la línea de aquella y también con aspiraciones a ser el inicio de una nueva saga.

La casa del reloj en la pared podría ser una especie de mezcla entre esa Pesadillas y el mundo de Harry Potter, con un niño inadaptado socialmente que descubre que hay brujos en su familia y una amenaza del pasado a la que hay que hacerle frente.
Quizá lo que más llame la atención de esta películas sea la elección de su director. Eli Roth debutó a la sombra de Tarantino y se convirtió en un gurú del cine de terror más sangriento y desagradable, aunque con el paso de los años cada película suya ha ido perdiendo fuerza a la vez que adeptos. Poco parece quedar ya en él de su amor por lo macabro de Hostel, y posiblemente el fracaso de títulos como Toc Toc (Knock knock en su título original, no confundir con la comedia protagonizada por Paco León) lo han llevado a renunciar definitivamente a sus instintos más primarios para buscar la reconciliación con el público, algo que, al fin y al cabo, no es muy diferente de lo que han hecho otros antaño ilustres realizadores como Tim Burton, Guy Ritchie o Kenneth Branagh.
Al menos, algo de oscuridad queda en este director que, aún haciendo una película para niños, consigue momentos ligeramente inspirados que pueden llegar a recordar en algo a ese terror infantil que disfrutábamos en los ochenta y que ahora parecería tan inadecuado.
Sin embargo, no hay que buscar más de lo que ofrece, y La casa del reloj en la pared no es más que un simple divertimento que destaca gracias a sus dos protagonistas, el mencionado Black y la siempre efectiva Kate Blanchet, y a unos efectos especiales de nivel. Con estos elementos, Roth se las apaña para componer un divertimento que podrá gustar (e incluso asustar) a los más jóvenes y que no molestará a los adultos, funcionando como cine de evasión familiar y poco más, aunque espero que esto sea solo un alto en el camino y el realizador recupere algún día su fuerza perdida.

Valoración: Cinco sobre diez.

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