Hace
apenas unos meses al actor Chris Rock presentó la gala de los Oscars basando
casi todo su discurso en la polémica racial que acompañó a los días previos a
la ceremonia. Muchas de las bromas tenían como objetivo a Kevin Hart, que
cuando tuvo la oportunidad de subir al escenario sus bromas siguieron por ese
camino. No es este lugar para hablar sobre si había este años actores de color
merecedores de ser nominados al Oscar o no, pero sí aprovecho para sugerir al
señor Hart que contemple su obra y sabrá, al menos, porqué algunos actores de
color en concreto jamás merecerán ser nominados. Quizá, ni invitados entre el
público.
Y
es que Infiltrados en Miami es una
oda a la estupidez de esas que en los ochenta habrían sido definidas como “carne
de videoclub” y que se ha estrenado vaya usted a saber por qué motivo. Imagino
que para intentar quitar público a películas que lo merezcan más durante la Fiesta
del Cine de la semana que viene, digo yo.
Con
un título engañoso que pretende favorecerse de la saga de Phil Lord y
Christopher Miller (Infiltrados en clase
e Infiltrados en la universidad), con
la que no tiene nada que ver, esto es en realidad la secuela de una peli del
2014 que aquí se llamó Vaya patrulla
que si se estrenó en cines yo ni me enteré.
Clásica
comedia “de colegas” en la que un inépto termina salvando el día (aunque me
pregunto si no es en realidad más inútil el policía interpretado por Ice Cube,
que va de duro, que el de Hart) pasando por todos los tópicos del género. No
faltan, por supuesto, las escenas videocliperas con chicas en biquini, coches
despampanantes y panorámicas aéreas nocturnas de la ciudad en una película cuyo
guion podrían haber rescatado de cualquier fotocopiadora y con dos actores
totalmente espantosos a los que no encuentro la gracia al lado de los cuales
Olivia Munn, a la que veremos en breve como mutante en X-men: Apocalipsis, parece destacar, por más que lo más destacado
que hace es lucir escote en la escena de la fiesta. Para completar la cosa
tenemos por aquí a Ken Jeong, que aunque este sí sepa ser gracioso su personaje
termina siendo siempre más o menos el mismo.
En
fin, una tontería como una casa, totalmente intrascendente, que no molesta pero
tampoco merece ni el dinero ni el tiempo invertido en verla. Hay cosas mejores,
afortunadamente… Eso sí, apuesto a que pese a todo tienen su público. Por algo
las siguen haciendo…
Valoración:
Cuatro sobre diez.
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