domingo, 8 de mayo de 2016

INFILTRADOS EN MIAMI: humor estúpido y poco más.

Hace apenas unos meses al actor Chris Rock presentó la gala de los Oscars basando casi todo su discurso en la polémica racial que acompañó a los días previos a la ceremonia. Muchas de las bromas tenían como objetivo a Kevin Hart, que cuando tuvo la oportunidad de subir al escenario sus bromas siguieron por ese camino. No es este lugar para hablar sobre si había este años actores de color merecedores de ser nominados al Oscar o no, pero sí aprovecho para sugerir al señor Hart que contemple su obra y sabrá, al menos, porqué algunos actores de color en concreto jamás merecerán ser nominados. Quizá, ni invitados entre el público.
Y es que Infiltrados en Miami es una oda a la estupidez de esas que en los ochenta habrían sido definidas como “carne de videoclub” y que se ha estrenado vaya usted a saber por qué motivo. Imagino que para intentar quitar público a películas que lo merezcan más durante la Fiesta del Cine de la semana que viene, digo yo.
Con un título engañoso que pretende favorecerse de la saga de Phil Lord y Christopher Miller (Infiltrados en clase e Infiltrados en la universidad), con la que no tiene nada que ver, esto es en realidad la secuela de una peli del 2014 que aquí se llamó Vaya patrulla que si se estrenó en cines yo ni me enteré.
Clásica comedia “de colegas” en la que un inépto termina salvando el día (aunque me pregunto si no es en realidad más inútil el policía interpretado por Ice Cube, que va de duro, que el de Hart) pasando por todos los tópicos del género. No faltan, por supuesto, las escenas videocliperas con chicas en biquini, coches despampanantes y panorámicas aéreas nocturnas de la ciudad en una película cuyo guion podrían haber rescatado de cualquier fotocopiadora y con dos actores totalmente espantosos a los que no encuentro la gracia al lado de los cuales Olivia Munn, a la que veremos en breve como mutante en X-men: Apocalipsis, parece destacar, por más que lo más destacado que hace es lucir escote en la escena de la fiesta. Para completar la cosa tenemos por aquí a Ken Jeong, que aunque este sí sepa ser gracioso su personaje termina siendo siempre más o menos el mismo.
En fin, una tontería como una casa, totalmente intrascendente, que no molesta pero tampoco merece ni el dinero ni el tiempo invertido en verla. Hay cosas mejores, afortunadamente… Eso sí, apuesto a que pese a todo tienen su público. Por algo las siguen haciendo…

Valoración: Cuatro sobre diez.

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