Alexandre
Aja es un autor que tiene cosillas interesantes como director, pero que en su
faceta de productor anda algo más perdido. El otro lado de la puerta es un film
que se promociona con su nombre ya que Johannes Roberts, el director y
guionista de esta historia, no es nada conocido, mientras que la protagonista, Sarah
Wayne Callies, es una de las actrices más odiadas del panorama actual (y si no,
que se lo pregunten a los seguidores de The
Walking Dead o a los que aún recuerden su paso por Prison Break).
¿Y
qué nos trae en esta ocasión el señor Aja? Pues como era de esperar otra
peliculita de miedo del montón, un producto que asusta lo mínimo y que es
totalmente olvidable, una nueva muestra de que este género está en un estado crítico
y que se necesita urgentemente alguien que sepa darle un aire fresco y no se
limite a historias vacías con personajes que hacen justo lo contrario de lo que
dicta la razón, subidas de música repentinas y primeros planos súbitos como
únicas armas para crear acongoje.
Siendo tan floja como El bosque de los suicidios, tiene algo que me recuerda a la película que protagonizó
Natalie Dormer hace unos meses, aparte de tratarse de sendas historias de
mujeres capaces de todo por recuperar a un miembro de su familia. Me refiero a
cierto carácter dramático que casi pesa más que el terrorífico y que invita a
pensar que por ese camino habría resultado una historia más interesante.
El otro lado de la puerta narra la historia de una pareja americana que reside
en la India con sus dos hijos pequeños hasta que, tras la muerte de uno de
ellos en un accidente, la madre descubre una leyenda de la zona sobre un templo
a través de cuya puerta se puede comunicar uno con los muertos. Una puerta que
nunca debe abrirse y que ella, por supuesto, abre.
Hasta
aquí, el ambiente sórdido de una India mucho menos colorista y exótica que la
que nos muestran en las películas de Bollywood o, por ejemplo, en títulos como El nuevo exótico hotel Marigold, estaba
funcionando bastante bien, pero de golpe todo se vuelve previsible, repetitivo
y anodino. Una peli más del montón que no debería interesar a nadie y que sin
duda va a pasar desapercibida por nuestras carteleras para caer en el limbo de
los títulos olvidables del año.
Valoración: Cuatro sobre diez.
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