Pocas
ganas tenía yo de ver esta película, si os he de ser sincero. De hecho, debo
ser uno de los pocos españoles que no había visto jamás ninguna de las cuatro
películas anteriores de la saga. No me llamaba en absoluto, simple y
llanamente.
Con
el estreno de este nuevo Torrente me
decidí a recuperar en video las anteriores dudando si darle una oportunidad o
no, pues los que me conocéis ya sabéis que el humor escatológico no es mi
fuerte, y de eso Santiago Segura sabe un rato. Repasando (mal mirando, mejor
dicho, hay cosas más importantes que hacer) las primeras películas descubrí que
Torrente, el brazo tonto de la ley
era flojilla pero no estaba mal. Su secuela, Misión en Marbella, mejoraba técnicamente (el presupuesto se nota)
pero tenía menos frescura. Y las otras dos películas son ya simplemente malas a
rabiar.
Torrente
era, a mi parecer, un buen personaje, con muy buenas posibilidades, pero
totalmente desaprovechado en favor de la casquería más degradante y sucia. Y
por eso las semanas han ido pasando sin encontrar el momento ni las ganas de
ver al más mezquino hincha del Atleti por primera vez en pantalla grande. Pero
una coincidencia en horarios me han invitado a ceder al fin la cabeza y…
Pues
¿qué queréis que os diga? ¡Que me ha gustado! ¡Toma ya! Tiene Torrente: Operación Eurovegas la
frescura del Segura inicial, el intento de hacer algo original y divertido,
pero con la sabiduría que dan los años. Reduciendo los chistes soeces y
desagradables a apenas un par (casi obligados para no perder la identidad de
Torrente, pero que a mí personalmente me obligan a que baje la nota del
conjunto por ello), esta quinta entrega es la menos sucia de todas, apostando
por un humor puro y duro donde mezcla con acierto el humor adrenalítico al más
puro estilo americano con el toque castizo, consiguiendo además que la sátira
social que apenas se intuía en otras entregas aquí sean un detalle más a
aplaudir, una ironía social descarnada ayudada por el salto en el tiempo (estamos
en 2018, en una España expulsada de la unión Europea, en la que han vuelto las
pesetas y Catalunya es independiente además de finalista del Mundial de fútbol)
que invita a verlo todo con más perspectiva.
Si
en otras películas se adivinaba el homenaje pasado por su rasero que Segura
quería hacer sobre películas de acción al estilo James Bond o a dramas
carcelarios con Evasión o Victoria,
aquí el referente es el cine de atracos, siendo Ocean’s eleven el espejo en que mirarse.
Torrente
ha salido de la prisión en la que acabó en su última película y decide pasarse
al otro lado de la ley, reuniendo a su habitual grupo de amiguetes para
preparar el asalto al casino de Eurovegas a las órdenes de un americano
encarnado por Alec Baldwin. Porqué un actor del prestigio como Baldwin ha
accedido a meterse en este fregado (últimamente está de nuevo en la cresta de
la ola gracias, principalmente, a la serie de Rockefeller Plaza aunque también ha participado en los dos últimos
films de Woody Allen y está trabajando actualmente a las ordenes de Warren Beatty,
Cameron Crowe y en la quinta entrega de Misión
imposible) es un misterio (el primer deseado por Segura fue Mel Gibson, que
todavía se debe estar preguntando qué es ese absurdo guion que le han dejado
sobre la mesa), pero su aportación da un caché especial al film y su carisma
resulta innegable.
Todo
funciona a la perfección dentro del engranaje sencillo y sin demasiadas
pretensiones de esta película, empezando por los elegantes títulos de crédito
(la ausencia de cuerpos desnudos y el hecho de que el tema principal sea
cantado en inglés ya demuestra el deseo de romper un poco con todo lo anterior)e
incluyendo el reparto de frikis que, por
una vez, son bien aprovechados por el director, y el interminable número de
cameos que invitan a ver la película varias veces más para tratar de
identificarlos. Incluso un tipo como Jesulín de Ubrique cumple con corrección y
muestra una correcta química con el personaje de Segura, mientras que Julián
López interpreta a Cuco, lo que origina algún acertado chiste sobre su cambio
de físico (en entregas anteriores el personaje tenía el rostro de tenía el
rostro de Gabino diego).
No
creo que sea el último Torrente que veamos (la taquilla manda, ya se sabe, y
esta ha sido el mejor estreno español del año, aunque tras tres semanas en
cartel lleva trece millones recaudados, muy lejos aún de los veintidós de la
segunda entrega), pero intuyo yo algo de despedida en este film, ya sea por el
salto en el tiempo, por la recuperación de personajes de la primera película como
los interpretados por Chus Lampreabe o Neus Asensi (¡por Dios! ¿Qué se ha hecho
esta mujer?) o la reinvención del tema final de Torrente 2 en manos de nuevo del gran Joaquín Sabina. Es como un
fin de fiesta de una saga que parecía
agotada hasta el inteligente giro que Segura ha sabido hacerle.
No
quiero que penséis que se trata de una obra maestra del cine español, ni mucho
menos, pero sí es una comedia muy entretenida, con momentos épicos, y
totalmente digna, como si Santiago Segura se hubiese cansado de buscar la
provocación y el escándalo fácil y hubiese querido tratar de hacer cine.
Hay
algunos gags memorables, otro que no lo son tanto, y apenas unas pinceladas
(innecesarias totalmente pero tampoco mucho más ordinarias que las que se pueden
ver, sin ir más lejos, en el simple tráiler de cosas como Dos tontos todavía más tontos) de ordinariez, pero en su conjunto
es divertida y refrescante, con alguna interpretación chusquera que sorprende y
una doble visión en paralelo del atraco (la que corresponde al plan y la
finalmente resultante) digna de mención.
Por
lo menos, en esta se les nota que se han divertido filmando. Y lo han sabido
transmitir.
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