Se
estrenó al fin uno de los títulos más esperados (y largos, permítanme que a
partir de ahora la denomine simplemente Sinsajo
parte uno) del año, sobre todo por las fans femeninas que han tomado esta saga
literaria de Suzanne Collins como su máximo referente muertas ya las tontadas
crepusculares y arañando también fans de
la otra gran adaptación millonaria que fue Harry
Potter cuyos lectores han crecido lo suficiente para dejarse seducir por
las acrobacias de una inspirada Jennifer
Lawrence y su (¿cómo no?) distópica sociedad.
No
está nada mal la saga en cuestión, que mejoró en calidad con la llegada de
Francis Lawrence a la silla de director (la primera la dirigió el algo
descafeinado Gary Ross), pero siguiendo la estela de las dos sagas
cinematográficas más arriba mencionadas ha tenido (él o los productores, tanto
monta…) de partir la novela en dos, con la excusa de la duración pero con el
propósito real de sacar más pasta en taquilla.
Si
estuviésemos hablando de un producto original (algo así quieren hacer con Los Vengadores 3) no tengo ninguna
objeción: si la temática gusta, cuantas más pelis mejor, pero en este caso, al
estar sujetos a una estructura narrativa ya establecida como es la novela, los
tiempos cinematográficos son incorrectos, de manera que la película queda
lastrada por un ritmo desigual y un final anticlimático con sensación de “coitus
interruptus”.
Y
es una pena pues, gastado ya el tema de los Juegos propiamente dichos, tocaba
ver el desenlace de la anunciada revuelta, la guerra largamente anunciada. Y de
eso parece ir la película, regida por momentos por unos patrones más propios
del cine bélico que de las distopías juveniles. Pero claro, unas golondrinas
unos sinsajos no hacen el verano y pese a cuatro escenas de acción muy
trepidantes y bien filmadas se echan en falta demasiadas cosas como para hacer
que la película funcione por sí sola y no como un simple prólogo a la auténtica
conclusión de la trama, para la que habrá que esperar un año entero.
Con
todo, la cosa pinta bien (más si la parte dos está a la altura de las expectativas
y consideramos ambas como una propuesta unificada), con una Lawrence totalmente
hecha a su personaje y una colección impagable de secundarios, repitiendo Josh
Hutcherson y Liam Hemsworth como vértices del inevitable triángulo amoroso, y
los reputados Stanley Tucci, Jeffrey Wright, Woody Harrelson, Donald Sutherland
y Elizabeth Banks eligiendo sus respectivos bandos de manera definitiva. En
este sentido llama la atención, pese a que el conjunto de la adaptación
superará muy probablemente las cuatro horas, la recuperación precipitada e
incluso confusa de Effie Trinket y Haymitch Abernathy (Banks y Harrelson), casi
en modo “pasaba por ahí” como si los considerasen imprescindibles para el fin
de fiesta pero no supiesen justificar su presencia en el distrito trece.
Hay,
incluso, algún actor nuevo (actrices, en realidad), como Julianne Moore (que
debe pensar que de cine independiente y de culto sólo no se vive) y Natalie
Dormer (la Margaery Tyrell de Juego de
Tronos), dando un poco más de relumbrón, si cabe, a la película.
La
historia arranca prácticamente donde termina la anterior, con Katniss y Finnick
rescatados de los hombres del Capitolio y llevados al Distrito 13 donde la
presidenta Alma Coin encabeza la revuelta con Katniss elevada definitivamente
como símbolo de la libertad (el dichoso sinsajo del título) mientras que el pérfido
presidente Snow utiliza al propio Peeta (al que se creía muerto) como elemento
propagandístico contrario.
Pero si hay algo que realmente valga la pena destacar del film, lo que realmente consigue emocionar e incluso estremecer, es la presencia del gran y malogrado Philip Seymour Hoffman, ya que (si consideramos ambas partes como una sola película) ahora sí que estamos ante su última aportación al séptimo arte, como recuerda el crédito final con el que le dedican el film.
Una
interpretación brillante (su presencia en En
llamas fue bastante reducida y su
fallecimiento llegó con la Parte dos
sin concluir) que será su testamento cinematográfico.Descansa
en paz, maestro. Fuiste de los más grandes. Que tu despedida como mano derecha
de la presidenta Coin quede en nuestro recuerdo.
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