Miedo me daba esta película después de las pestes que había leído y
escuchado sobre ella.
Y, ciertamente, tiene tres grandes problemas que conviene repasar antes de
nada.
En primer lugar tenemos el posible hype que puede haber creado su pareja
protagonista, que comparten pantalla por tercera vez tras El lado bueno de las cosas y La
gran estafa americana, ambas amparadas por David O. Russell. Sin embargo
esa buena relación no termina de transformarse en química en esta ocasión,
aparte de que ni Bradley Cooper ni Jennifer Lawrence consigan ofrecernos en Serena sus mejores actuaciones.
En segundo lugar cabe achacar las malas críticas a su directora, Susanne
Bier, que no termina de tomarle el pulso a la historia, mostrando un ritmo
irregular y una definición de personajes demasiado superficial para terminar de
comprender su complejidad.
Y la tercera traba hay que buscarla en las siempre odiosas comparaciones.
Dado su apariencia de historia de amor apasionada enmarcada en un terreno
aparentemente hostil para el género femenino y con ese aspecto épico y legendario,
resulta difícil no pensar en títulos clásicos como Memorias de África, Australia
o El velo pintado, todas ellas películas
claramente superiores a esta Serena.
Sin embargo, y pese a todo lo dicho, la película no esta tan mal. Se trata
de un intenso drama alrededor de George
Pemberton, empresario no excesivamente honesto de la industria maderera, y
Serena, una atractiva dama torturada por su trágico pasado. El amor entre ellos
es tan precipitado como desbocado y solo su unión les puede permitir hacer
frente a los problemas que les ajuiciarán: económicos, legales y familiares.
La desgarradora historia emociona y seduce lo suficiente para mantenernos
preocupados por George y Serena hasta el final, pero qué duda cabe que
cualquier otro director habría sabido sacar más partido de estos excelentes
actores (también andan por ahí Toby Jones y Rhys Ifans), imprimiendo más ritmo
a las escasas escenas de acción y sabiendo contagiarnos del amor entre George y
Serena de formas más sutiles que limitándose a mostrárnoslos retozando en el
lecho conyugal.
Los actores, por su parte, no terminan de estar a la altura, desperdiciando
la Lawrence otro “caramelito” de papel que, en mejores circunstancias bien
podría haberle valido una nueva (y van…) nominación al Oscar.
Aparte de la torpeza mencionada ya de Bier en las escenas de acción,
podemos destacar el lado técnico entre sus cualidades, con una preciosa
fotografía y una banda sonora que ayuda a emocionar dónde los personajes no
logran hacerlo.
En definitiva, es apasionada y dura, pero se queda a medio camino en casi
todo. Y eso es lo que termina por condenarla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario