lunes, 4 de enero de 2021

Visto en Netflix: COBRA KAI T3

La primera buena noticia del 2021 ha sido el estreno en Netflix de la tercera temporada de Cobra Kai, adelantada un par de días respecto a la previsión inicial y que, en diez episodios que se disfrutan en un suspiro, sigue demostrando que es una de las series más frescas y entretenidas del panorama actual.

Los creadores siguen jugando con acierto las cartas de la nostalgia sin volverse empalagosos, a la par que referencian a las películas contantemente (incluyendo las secuelas, de lejos mucho menos exitosas que el film original) logrando, de nuevo, con unos pocos flashbacks que no molestan, que aquellos que no vieron las películas, o simplemente las tienen olvidadas, no se pierdan por el camino.

Hay en Cobra Kai T3 un intento por analizar los orígenes de los personajes, por hacer hincapié en el pasado ofreciendo esos recuerdos mediante tres recursos diferentes, lo cual es estimulante y meritorio. En el caso de John Kreese, mediante flashbacks que explican cómo se definió su personalidad, Daniel LaRusso reencontrándose con sus raíces regresando físicamente a Okinawa y Johnny Lawrence recuperando, vía Facebook, el contacto con Ali, la principal causa del enfrentamiento de los dos protagonistas en la película de John G. Avidsen.

Cierto es, y aquí habría que hablar del peaje a pagar por querer ampliar las temporadas de una serie, que el guion fuerza demasiado las cosas, de manera que, a nivel argumental, puede que no sea de lo más destacable (me vienen a la mente, por ejemplo, la resolución demasiado casual de una de las subtramas importantes referentes a la familia LaRusso, el cambio de bando algo forzado de algunos de los chavales o la conversión de Kreese en una especie de encarnación del mal absoluto), pero que compensan con los buenos momentos que ofrece la química entre el personaje de Johnny y Miguel, por ejemplo, o las escenas de lucha, que de nuevo tienen en el último capítulo un desenlace apoteósico.

A nivel argumental, el recuerdo de la batalla campal en el instituto con la que despedimos la segunda temporada pesa mucho en el ambiente, llegando el análisis de sus consecuencias a dominar demasiado la trama de los primeros episodios (la amenaza de ser comparable a la temporada final de Por trece razones estaba en el aire), pero la escasa duración de los episodios, el cliffhanger con el que concluyen todos ellos y el cariño que uno siente ya por los personajes, desde los protagonistas hasta los chavales más secundarios, hace que la serie no se resienta en ningún momento. Además, saben cómo evolucionar (de momento) esa rivalidad entre los dos protagonistas de manera que, aunque se coquetee en varios comentos con el desastre, no sigan cometiendo continuamente los mismos errores, pese a que se vea venir, desde casi el primer momento, que la cosa va a derivar hacia el cliché de los enemigos que se unen para enfrentarse a un mal mayor.

Sea como sea, el resumen es que he disfrutado mucho de estos diez nuevos episodios cuyo final anticipa la existencia de una cuarta temporada que debería comenzar a rodarse en breve y que estoy deseando ya que llegue.

No hay comentarios:

Publicar un comentario