Siendo aficionado a los cómics, hay productos que no puedo dejar de ver, por más que las adaptaciones televisivas de superhéroes son ya tantas que es casi imposible estar al tanto de todo. Ya en su momento me di de baja del Arrowverso ante la infinidad de ramificaciones en la que estaba derribando y ni siquiera con Marvel, a la que le soy más fiel, puedo estar al día.
Por eso, trato de
seguir más de cerca las nuevas propuestas antes de que crezcan demasiado, y más
cuando tratan de robar caminos diferentes al habitual. Así es como me acerqué a
Doom Patrol, saltándome la breve
presentación que hicieron en Titanes, buscando una serie fresca, divertida e
irreverente.
Algo más de pereza
me ha dado esta segunda temporada, hasta el punto de haberla abandonado hace meses
a mitad del primer capítulo esperando a encontrar el momento adecuado de
retomarla.
Puede que parte de
la culpa sea de The boys, otra
apuesta superheroica «adulta» con un humor cafre y sangriento muy superior a la
que nos ocupa hoy, pero también puede que la fórmula, simplemente, se haya
agotado antes de tiempo.
Los superhéroes
marginales que dicen tacos y meten la pata constantemente miembros lloriquean
por sus desgracias me ha abordado a cansar y ninguno de sus protagonistas ha
conseguido llegarme al corazón lo suficiente como para que me importe realmente
lo que le suceda. No es que la primera temporada fuese muy superior, pero al
menos ese absurdo enfrentamiento contra el Señor Nadie, aún terminando con un
gran cliffhanger, dejaba las cosas
más o menos cerradas.
En esta segura
temporada se alternan tramas muy serias, truculentas incluso, como todo lo
relacionado con el pasado de los protagonistas, con el surrealismo más grotesco
y hasta ridículo (estoy pensando en la nave espacial que usa una cabeza de
cabra como motor y una manzana de combustible o la propagación de ciertos de
los «escasos» desde dentro del cuadro de Espacio blanco), lo que provoca una
montaña rusa de intenciones que no la benefician en absoluto, propiciando que
la supuesta épica del episodio final quede en nada, más si tenemos en cuenta la
falta de un final para nada satisfactorio que hace que me replantee si veré la
ya confirmada tercera temporada.
El fin, un
pasatiempo ligero, a ratos entretenido, pero mucho menos gamberro y radical de
lo que pretende.
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