Después
de visionar el tráiler de esta película quedaba claro que nos la querían vender
bajo el estigma de Resacón en las Vegas
versión jubilados (incluso se incluye la palabra “resacón” en dicho tráiler),
pero afortunadamente, tras su visionado, puedo aseguraros que no hay demasiado
de aquella saga en la nueva película del irregular director Jon Turteltaub, por
más que se trate de una comedia ambientada en Las Vegas con la amistad como telón
de fondo.
De
hecho, tras un principio transportándonos a la infancia de los protagonistas,
lo primero que viene a la mente es el aroma nostálgico de la magnífica Cuenta Conmigo, con la presentación de
unos personajes en la edad en la que se labran las amistades verdaderas y en
las que se viven acontecimientos que marcarán nuestras vidas de adultos, aquí
representadas en forma de botella de whisky.
Naturalmente,
la excusa de una despedida de soltero en Las Vegas provoca una serie de
secuencias obligadas, como las impresionantes panorámicas de los casinos, las
chicas espectaculares, las actuaciones musicales, borracheras, las chicas
espectaculares, algún cameo famosete y…
¿he nombrado ya las chicas espectaculares?
Sin
embargo, la historia de cuatro amigos que se reencuentras para la boda de uno
de ellos y las cicatrices que las decisiones que tomaron algunos de ellos en el
pasado les ha provocado, no solo da para casi dos horas de chistes y
situaciones absurdas sino que se permite también reflexionar sobre temas tan
importantes como la vejez, la amistad como contraposición del amor, la pérdida
y la soledad. Los protagonistas no son unos jóvenes alocados con toda la vida
por delante, aunque en ocasiones se quieran comportar como tal (sirva de
ejemplo cuando ejercen de jurado de un concurso de biquinis), sino que deben cargar
con un pasado que invita, entre risa y risa, a reflexionar sobre la vida misma.
Repasemos
un momento a los protagonistas: Archie (Morgan Freeman) ha tenido algún amago
de infarto y vive temeroso por su delicada salud y la sobreprotección de su
preocupado hijo, Sam (Kevin Kline) colecciona operaciones y prótesis aparte de
un matrimonio feliz al que los años han hecho mella hasta hacerle perder toda
pasión, Paddy (Robert De Niro) ha perdido al amor de su vida, Sophie ( la niña
que fue nexo de unión entre los cuatro amigos en sus años mozos y que con su muerte
provocó “diferencias irreconciliables” entre Paddy y Billy) y es huraño y
amargado, y finalmente Billy (Michael Douglas), el triunfador que lo tiene
todo: salud, dinero y el amor de una chica treinta años más joven que él pero
que, cuando escarbamos solo un poco la superficie, quizá acabe siendo el más
pobre de todos.
Y
para cuadrar el círculo nos falta la “chica” de la película, Diana, una Mary
Steenburgen que a sus sesenta años parece mucho más joven y esterilizada que en
la ya lejana Regreso al Futuro III y
que deberá reencarnar el espíritu de Sophia para curar heridas que seguían reacias
a cerrarse.
Pero
no se confundan, por encima de todo esto es una comedia, aunque con mensaje, y
como tal los equívocos se sucederán uno tras otros, con mayor o menor
brillantez, haciéndonos pasar un rato estupendo gracias, en gran medida, a
cuatro actores monstruosos que están completamente desatados y dan lo mejor de
sí mismos, destacando la buena química existente entre ellos (no en vano entre
los cuatro suman seis Oscars y otras nueve nominaciones) y regalándonos algún
gag de corte personal (el malentendido sexual de Kevin Kline puede
referenciarnos a In&Out, Michael
Douglas parece sacado de Wall Street
y las referencias mafiosas siempre irán de la mano de De Niro).
El
punto débil habría que buscarlo en la recta final, cuando puede encontrarse un
cierto bajón y se echa en falta algo más de gamberrismo, pretendiendo
Turteltaub ser demasiado amable y azucarado (no en vano uno de sus primeros
éxitos fue Mientras dormías) pero que
no es suficiente para enturbiar una buena película que sin carcajadas demasiado
estridentes (además de que los mejores gags se destripan en el tráiler) sí
mantiene la sonrisa perpetua durante todo el metraje.
Si
además, invita a la reflexión, ¿qué más se puede pedir?
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