miércoles, 27 de noviembre de 2013

PLAN EN LAS VEGAS (7d10)

Después de visionar el tráiler de esta película quedaba claro que nos la querían vender bajo el estigma de Resacón en las Vegas versión jubilados (incluso se incluye la palabra “resacón” en dicho tráiler), pero afortunadamente, tras su visionado, puedo aseguraros que no hay demasiado de aquella saga en la nueva película del irregular director Jon Turteltaub, por más que se trate de una comedia ambientada en Las Vegas con la amistad como telón de fondo.
De hecho, tras un principio transportándonos a la infancia de los protagonistas, lo primero que viene a la mente es el aroma nostálgico de la magnífica Cuenta Conmigo, con la presentación de unos personajes en la edad en la que se labran las amistades verdaderas y en las que se viven acontecimientos que marcarán nuestras vidas de adultos, aquí representadas en forma de botella de whisky.
Naturalmente, la excusa de una despedida de soltero en Las Vegas provoca una serie de secuencias obligadas, como las impresionantes panorámicas de los casinos, las chicas espectaculares, las actuaciones musicales, borracheras, las chicas espectaculares, algún cameo famosete  y… ¿he nombrado ya las chicas espectaculares?
Sin embargo, la historia de cuatro amigos que se reencuentras para la boda de uno de ellos y las cicatrices que las decisiones que tomaron algunos de ellos en el pasado les ha provocado, no solo da para casi dos horas de chistes y situaciones absurdas sino que se permite también reflexionar sobre temas tan importantes como la vejez, la amistad como contraposición del amor, la pérdida y la soledad. Los protagonistas no son unos jóvenes alocados con toda la vida por delante, aunque en ocasiones se quieran comportar como tal (sirva de ejemplo cuando ejercen de jurado de un concurso de biquinis), sino que deben cargar con un pasado que invita, entre risa y risa, a reflexionar sobre la vida misma.
Repasemos un momento a los protagonistas: Archie (Morgan Freeman) ha tenido algún amago de infarto y vive temeroso por su delicada salud y la sobreprotección de su preocupado hijo, Sam (Kevin Kline) colecciona operaciones y prótesis aparte de un matrimonio feliz al que los años han hecho mella hasta hacerle perder toda pasión, Paddy (Robert De Niro) ha perdido al amor de su vida, Sophie ( la niña que fue nexo de unión entre los cuatro amigos en sus años mozos y que con su muerte provocó “diferencias irreconciliables” entre Paddy y Billy) y es huraño y amargado, y finalmente Billy (Michael Douglas), el triunfador que lo tiene todo: salud, dinero y el amor de una chica treinta años más joven que él pero que, cuando escarbamos solo un poco la superficie, quizá acabe siendo el más pobre de todos.
Y para cuadrar el círculo nos falta la “chica” de la película, Diana, una Mary Steenburgen que a sus sesenta años parece mucho más joven y esterilizada que en la ya lejana Regreso al Futuro III y que deberá reencarnar el espíritu de Sophia para curar heridas que seguían reacias a cerrarse.
Pero no se confundan, por encima de todo esto es una comedia, aunque con mensaje, y como tal los equívocos se sucederán uno tras otros, con mayor o menor brillantez, haciéndonos pasar un rato estupendo gracias, en gran medida, a cuatro actores monstruosos que están completamente desatados y dan lo mejor de sí mismos, destacando la buena química existente entre ellos (no en vano entre los cuatro suman seis Oscars y otras nueve nominaciones) y regalándonos algún gag de corte personal (el malentendido sexual de Kevin Kline puede referenciarnos a In&Out, Michael Douglas parece sacado de Wall Street y las referencias mafiosas siempre irán de la mano de De Niro).
El punto débil habría que buscarlo en la recta final, cuando puede encontrarse un cierto bajón y se echa en falta algo más de gamberrismo, pretendiendo Turteltaub ser demasiado amable y azucarado (no en vano uno de sus primeros éxitos fue Mientras dormías) pero que no es suficiente para enturbiar una buena película que sin carcajadas demasiado estridentes (además de que los mejores gags se destripan en el tráiler) sí mantiene la sonrisa perpetua durante todo el metraje.

Si además, invita a la reflexión, ¿qué más se puede pedir?

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