domingo, 17 de noviembre de 2013

INSIDIOUS CAPÍTULO 2 (5d10)

Dicen los que entienden de esto que James Wan es el rey del terror después de poner de moda el gore con la saga Saw y, cuando todo el mundo comenzó a imitarle (no miro a nadie, Eli Roth) se salió por la tangente diciendo que el terror del bueno no precisa de sangre y se sacó de la manga la barata a la par que exitosa Insidious
Algo de razón debía tener cuando de nuevo le imitan por todas partes sin rubor, pese a que la mejor peli de miedo del año (aunque tampoco es para tanto como algunos quieren ver) ha sido suya, concretamente Expediente Warren, de la que ya se habla de secuela (lógico) y un par o tres de spin-off (¿nos hemos vuelto locos?). Así que no es de extrañar que ahora se estrene la secuela de la propia Insidious, cuyo argumento empalma directamente del final de la primera, avanzando así la narración en lugar de limitarse a repetir esquemas. Y es que si algo hay que alabar del cine de Wan es su intento de reinventarse continuamente, evitando el copia y pega que tanto usan sus imitadores. Pero claro, en esto del cine de terror (y más concretamente en la vertiente de los espíritus demoníacos) ya queda poco por inventar y lo que finalmente consigue Wan con dudoso resultado es introducir elementos menos tópicos pero que, quizá precisamente por eso, terminan por chirriar.
Claro ejemplo de ello son los dos investigadores, ya presentes en la primera entrega pero que aquí son utilizados como recurso cómico, desdramatizando en exceso la trama.
Y es que Indidiuos capítulo 2 no debería ser definida como película de terror, pues por más que se apoye en elementos sobrenaturales está más cercana a un thriller de intriga, donde el objetivo no es llegar con vida al final, sino averiguar el secreto oculto, resolver la clave del enigma.
Y en medio de todo, viajes temporales, posesiones, dramas infantiles y espiritismo (y que me perdonen los apasionados del tema porque imagino que habrá una base científica detrás, pero ver a Carl interpretando los mensajes de los difuntos mediante unos dados con letras me invita a pensar está jugando al Apalabrados con ellos), un pastiche de mil y una cosas que, en busca de romper tópicos acaba confundiendo al personal con un batiburrillo que al final no conduce a nada.
Una vez más, el punto fuerte de la película de Wan son sus intérpretes, en especial un Patrick Wilson apegado al género y director que se mueve como pez en el agua pero cuya carrera puede encasillarse peligrosamente (¿alguien lo recuerda en Watchmen?)

Así que, resumiendo, nueva vuelta de tuerca a lo de siempre en una película que entretiene pero poco más, pero que quien busque sustos que no se haga ilusiones.

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