Floja,
floja, floja esta peliculilla de Stefan Ruzowitzky, un austríaco sin demasiado currículo
(¿Kika superbruja cuenta?) que
pretende ser un thriller policíaco cargado de violencia y se queda en un
pastiche soporífero sin emoción ni por su historia, ni por su ritmo ni por sus
interpretaciones.
La
función arranca con los hermanos Addison y Liza (y un tercero que no pinta
nada) teniendo un accidente de coche tras un atraco a un casino en una zona
bastante desolada cercana a la frontera canadiense. Tras matar a un policía los
familiares (a los que parece que se le quiere buscar un tono incestuoso que no
termina de arrancar) deciden separarse (aun no comprendo porqué; ¿estará detrás
de ellos los químicos manipuladores de La
Cabaña en el bosque?), dividiéndose a partir de entonces la película en dos
tramas paralelas, en la que él recorrerá un camino de violencia creciente y
ella descubrirá el amor hasta que sus pasos se crucen de nuevo en una elegante
casa donde celebrarán el día de acción de gracias.
Muchos
son los errores de esta producción que pretende inspirarse en la magnífica
Fargo de los hermanos Coen con la violencia (que no los diálogos) de Tarantino
y donde lo único destacable son los paisajes nevados y unas pinceladas
interpretativas de los veteranos Sissy Spacek y Kris Kristofferson. Por lo
demás la dirección es deficiente, con planos que buscan la plasticidad artística
y terminan siendo simples malos encuadres con pretenciosidad artificial y en la
que los tres protagonistas son sorprendentemente espantosos. No es cuestión de
pedir peras al olmo en el caso de Olivia Wilde, poco más que una chica mona de
ojos preciosos y escaso talento, pero a Charlie Hunnam se le suponía algo de
calidad y que se pretende codear con los grandes tras su paso por Pacific Rin mientras que el caso más
fragante es el de Eric Bana, un actor de
prestigio que acostumbra a cumplir con creces y que aquí no parece tomarse en
ningún momento en serio a su personaje.
Finalmente,
la historia podría cumplir si estuviese bien narrada, pero no solo falla el
ritmo, sino que los tópicos se repiten con tanta insistencia que es imposible
mantener el interés por ella. La trama de un ex convicto que se mete en
problemas apenas salir de la cárcel, la eficiente policía que no puede
demostrar su valía porque el sheriff es además su padre…
Ruzowitzky
configura una película cuyas intenciones parecen recordar a La venganza del hombre muerto, por aquello
del cruce de personajes de vidas destrozadas que pueden conseguir una segunda
oportunidad en el amor, pero que mientras la relación entre Colin Farrell y
Noomi Rapace resultaba creíble en aquella, los personajes de Charlie Hunnam y
Olivia Wilde no nos demuestran en ningún momento ni la justificación de sus
sentimientos ni el hecho de merecer no ya esa anhelada segunda oportunidad,
sino nuestra simpatía siquiera.
No
es una historia de corazones rotos, sino de cabezas de chorlito que actúan sin
lógica ni sentido y que encima, en el supuesto clímax de la cena final, parece
querer predicar sobre la conciliación familiar y el arrepentimiento.
Moralina de rebajas en una película totalmente
decepcionante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario