Hace poco escuché un
debate en un programa de radio sobre la mala pinta que tenía la película
española Espérame en el infierno a
juzgar por su trailer, afirmando que eso de los avances era un punto a mejorar
de nuestro cine.
Algo así se podría decir
de ¿Quién mató a Bambi?, film de Santi
Amodeo, que al ver el trailer se puede intuir cierta gracia en su argumento
pero que parece plagado de estrellas desganadas que recitan sus diálogos sin
convencimiento alguno. Y, efectivamente, debo estar de acuerdo con los
contertulios de la emisora: ¡qué mal se hacen los trailers en España!
Y es que pese al avance de
situaciones sin sentido, diálogos mutilados y conversaciones sin gracia, lo
cierto es que ¿Quién mató a Bambi? ha
resultado ser una comedia tan absurda, desmedida y loca como divertida.
Partiendo de dos
argumentos aparentemente separados vamos a conocer como Edu (Ernesto Alterio) y
Gigi (Enrico Vecchi), compinchados con Mati (Clara Lago) planifican el
secuestro del déspota jefe del padre de Edu (José Ángel Egido), interpretado
por Pedro Mari Sánchez, para pedir un buen rescate por él. Por otro lado, David
(Quim Gutiérrez) es novio de Paula (Úrsula Corberó), hija de la presunta
víctima de los secuestradores, quien a su vez es el jefe de su futuro yerno.
Durante una entrevista entre ambos el padre de Paula tiene un ataque y David
busca la ayuda de su amigo Mudo (Julián Villagrán), pero cuando regresan al
despacho de su jefe lo encuentran herido y en ropa interior. Asustados, deciden
ocultar el cuerpo del hombre en el maletero del coche mientras deciden la mejor
manera de llevarlo a un hospital sin ser acusados de nada. Mientras, el padre
de Edu -que es quien ha robado el traje de su jefe, junto con otros objetos
personales- se dispone a llevarse también su coche cuando, por error, es
encapuchado y secuestrado por Edu y Gigi.
El lío está servido. Estos
son solo los diez primeros minutos de esta comedia de enredo inspirada
ligeramente en un film mexicano donde todo puede suceder y en la que las
confusiones y equívocos irán en aumento hasta llegar a un hilarante final.
Nada tiene sentido en un
guion pleno de ridiculeces e incoherencias donde cabe de todo, desde un abogado
pastillero, un taxista bizco psicópata, un homenaje final a Resacón en Las Vegas y hasta la
aparición especial de Andrés Iniesta. Pero da igual. Si aceptamos el dicho de
que el fin justifica los medios, el fin
aquí es la sonrisa constante y la carcajada esporádica. Y eso lo consigue.
Sin más pretensiones que la
de hacer pasar un buen rato, ¿Quién mató
a Bambi? es por momentos tronchante, con un ritmo bien medido y un
desarrollo paralelo de las dos historias bien configurado, con el único pero
del montaje atropellado y con saltos en el tiempo de los primeros cinco
minutos.
A partir de ahí, Santi
Amodeo se luce pintándonos una sonrisa en el rostro.
Y eso siempre es de
agradecer.
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