El idiota preferido de Dios es la nueva creación de Ben Falcone, para la que se reserva el papel de protagonista junto a su esposa, la habitualmente eficaz Melissa McCarthy.
Dividida
en ocho episodios de apenas media hora de duración, la trama versa alrededor de
un tipo corriente de gran corazón que es elegido por Dios para ser su portavoz
en la Tierra mientras en el cielo se libra una batalla entre el bien y el mal.
Un argumento no demasiado original pero del que se podría sacar algo de gracia
con un guion más inspirado del que nos vamos a encontrar aquí.
Y
es que la comedia (por llamarla de algún modo) destaca por la ausencia de humor
(de humor gracioso, me refiero) y no pasa de la calificación de simpática, un
logro alcanzado, en gran medida, por sus personajes, mucho mejor desarrollados
que las acciones. Así, mientras la cotidianidad de los compañeros oficinistas
del «elegido» pueden tener algo de interés, no sucede lo mismo con la trama
apocalíptica, que es la que se supone debería engancharnos a la serie y cuyo
desenlace es un sencillo cliffhanger
en espera de una aún no anunciada renovación.
No
voy a decir que El idiota preferido de
Dios sea una completa pérdida de tiempo (al fin y al cabo no llega a las
cuatro horas en total), pues tiene posibilidades de remontar en esa hipotética
segunda temporada como sucediera con otra serie en principio tan descafeinada
como esta, Space Force, y cuyo
principal (y a la postre único) reclamo era el nombre de sus intérpretes. Y es
que en comedia (y más desde que las temporadas de las series rondan los ocho
episodios en lugar de los casi extintos veintipico), es muy importante
establecer una conexión emocional con los protagonistas que no tenemos tiempo
de satisfacer en este caso. Me pasó algo parecido en otra comedia
pseudo-religiosa como es The good place
(aunque en menor medida) y luego terminé lamentando su final tras cuatro temporadas
en claro ascenso.
En
fin, que si regresa este variopinto grupo de mensajeros divinos quizá le de
otra oportunidad, pero avisados estáis de que si andáis tras una comedia
desternillante, esta ni se le acerca.
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