Habiendo podido disfrutar de Thor: love and thunder la misma tarde del estreno, la lógica me imponía publicar un comentario sobre la misma a lo largo del día. Sin embargo, es tal el nivel de desvergüenza mostrado por Taika Waititi en su segunda aproximación al Dios del Trueno, que me he visto tentado a esperar a un segundo visionado o a reposar mejor la película.
Pero,
como dijo alguien: ¿Quién dijo miedo? Así que allá voy, a ver que me saco de la
manga.
El
caso es que, pese a un prólogo que remueve ya los estómagos e invita a la
lagrimita y tras disfrutar de la fanfarria de Alan Silvestri que acompaña al
logo de Marvel en versión guitarrera
(anunciando que estamos ante una película muy «heavy» en todos los sentidos) el
nivel de despiporre es tal que, en ocasiones, roza la vergüenza ajena. Pese a
la división que suscito, Waititi es consciente de que su Thor Raknarok fue un soplo de aire fresco a la saga y ha
multiplicado sus locuras por cinco, proponiéndonos desde el primer minuto en que aparece en pantalla a un Thor
ridículo, un cafre en todos los sentidos que, en comparación, hace parecer
serio y formal a Star Lord en los momentos en que comparten pantalla. Cierto es
que a medida que avanza la acción el absurdo se mitiga y crece la épica, pero
para entonces posiblemente ya se habrá perdido a buena parte del público que
pueda no conectar con cabras estridentes razas que parecen marionetas y
estética psicodélica. También es cierto que, tras Raknarok, la gente ya debía venir sobre aviso, y quien se quiera
quejar del humor de este Thor es que no sabía dónde se estaba metiendo.
Dicho esto, es sorprendente y muy meritorio la habilidad de Waititi para pasar del humor más loco al drama capaz de estremecer y emocionar. No es que sea algo nuevo en él, pues se le dio de maravilla en Jojo Rabbitt, pero el trasfondo trágico y humano de su Love and Thunder es algo de lo que carecía Raknarok y que le hace ganar muchos enteros.
Por
lo explicado hasta ahora, no quiero que se entienda que no me ha gustado la
película, ni mucho menos. Es solo que, por más preparado que estuviera, el
nivel de delirio es tal que me ha pillado con la guardia baja en más de una
ocasión. Por un lado, echo en falta al Thor más digno que nos presentó Kenneth
Branagh y al que ya hizo enamorarse de Jane Foster. Por otro, la evolución es
natural y coherente con lo visto a lo largo del MCU, End Game incluida.
Además,
por mucho que esta sea una película 100% Waititi, no sería justo dejar de mencionar
el genial trabajo de sus protagonistas. Chris Hemsworth demuestra que se mueve
como pez en el agua en el terreno de la comedia, su química con una recuperada
Natalie Portman es total y Christian Bale compone a un villano brillante. No es
cuestión de analizar ahora si se desaprovecha o no la trama creada por Jason
Aaron para los comics (la película bebe principalmente de dos de sus sagas más míticas:
La poderosa Thor y El carnicero de Dioses), pero al menos
no me quedo con la sensación de que me han arruinado la posibilidad de ver un Planet Hulk o de tomarse a guasa la
destrucción de Asgard como sucediera en la anterior película.
El caso es que, entre cachondeo y chistes apelotonados, Thor: Love and Thunder contiene algunas set-pieces espectaculares, puro delirio comiquero, tiene una acción bien calibrada y funciona cuando tiene que poner el dedo en la llaga de la emotividad. Y si dejamos los prejuicios a un lado (y a estas alturas ya deberíamos tener claro que cuando se trata de Waititi no debemos esperar una fidelidad enfermiza a los comics), lo cierto es que estamos ante un espectáculo divertidísimo, adrenalítico y muy emotivo.
Ante
el debate de cuál de las dos películas de Waititi sobre el personaje es mejor,
lo dejo en tablas, pues si bien es cierto que la carga dramática mejora esta
propuesta, los excesos humorísticos (me llegó a cansar el chiste recurrente de
la aparente relación sentimental entre Thor y sus armas) pueden llegar a
molestar. Lo que sí que no molesta es la medida aportación de Los Guardianes de
la Galaxia (incluso me supieron a poco) así como alguna que otra recuperación
que me alegraron la tarde.
En
resumen, que estamos ante la película más diferente y loca de la Fase Cuatro
del MCU, algo que quizá necesitábamos
aunque pueda doler ver la gloria asgardiana reducida a esto (y del panteón de
dioses, Zeus incluido, mejor ni hablo). Un tiovivo de emociones con un villano
bien justificado y un Helsworth demostrando que su Thor tiene cuerda para rato.
Creo (insisto, debo volver a verla) que no me va a hacer volar la cabeza, pero
tiene momentos de verdadero deleite. Y además, al ritmo de Guns’n’roses todo
pinta mejor.
Valoración:
Siete sobre diez.
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