Entre las eternas discusiones entre aficionados de cómic de DC y Marvel arece que siempre ha habido el mismo reproche hacia “la Casa de las Ideas”, y era su (a veces) descontrolado sentido del humor.
Obviando siempre las películas de El Capitán América (apenas había chistes en El soldado de Invierno y Civil War, quitando la batalla del aeropuerto, tiene un importante cariz dramático), es cierto que en Marvel han apostado más por el desenfado y la diversión, alcanzando sus cotas más altas (hasta ahora) con Los Guardianes de la Galaxia.
En Thor Ragnarok han decidido no solo seguir en la misma línea sino dar incluso un paso más, alcanzando unas cotas de ridículo absurdo que no existían hasta ahora en Marvel y que pueden incluso ofender al fan más seguidor del Dios del Trueno. Es cierto que se mantienen todas las señas de identidad de la casa: hay peleas espectaculares, épica y diversos puntos de conexión con otras películas para recordarnos que estamos en un Universo Compartido, pero lo han hecho desmitificando a los héroes y con unos insospechados niveles de autoparodia que rozan la irreverencia.
El gran responsable de ello, sin duda, es Taika Waititi, el director, que pese a no estar acreditado como guionista sin duda ha impuesto su estilo y ha marcado las directrices en cuanto a la línea a seguir para el desarrollo de personajes. Y esto es otro cambio en Marvel.
Hasta ahora habían apostado por directores jóvenes de estilos personales pero escasa trayectoria, a los que había terminado por manejar y modelar a su antojo, despojándolos de esas señas de identidad por las que lo habían contratado, y el fiasco de Edgar Wright en Ant Man es buena prueba de ello. Con Waititi, autor de las interesantes Lo que hacemos en las sombras y A la caza de los ñumanos, parece claro que le han dado rienda suelta para hacer lo que le ha dado la gana y, a juzgar por el resultado, desde luego que lo ha hecho.
Ya con los carteles y las primeras imágenes se auguraba una locura visual, e incluso esos dos avances llamados Team Thor indicaban por donde iban a ir los tiros, pero nadie podía imaginarse que todo iba a ser tan desquiciante y exagerado. Waititi no reniega, ni mucho menos, de los trabajos anteriores de Kenneth Branagh ni Alan Taylor, atando los cabos sueltos (de manera muy superficial, todo hay que decirlo) con el final de Los Vengadores: la era de Ultron. Así, Thor Ragnarok continúa la búsqueda de Thor por descubrir el significado de esos sueños premonitorios que en el film de Josh Wedon le provoca Wanda hasta llegar a la conclusión de que el Ragnarok, el fin del mundo de la mitología nórdica, está a punto de destruir su Asgard natal. La llegada de Hela, la Diosa de la Muerte, y su periplo en el planeta Saakar, donde se encuentra, también en consonancia con el final de La era de Ultron, con Hulk, le indicarán los pasos a seguir.
Waititi, como digo, construye su película sin renunciar a ser un peldaño más en la escalera del Universo Marvel que nos debe conducir a La Guerra del Infinito, pero no parece tampoco que esté tan atado a ello como para que su producto no tenga identidad propia, amparándose para ello en un montón de cómics a los que hace referencia directa, como Planeta Hulk, Contienda de Campeones o la propia saga de Ragnarok de la colección del Dios Nórdico. En lo que no es tan fiel Waititi es en el trato de los personajes, haciendo que tanto Thor como Hulk parezcan, por momentos, dos perfectos imbéciles. Peleas infantiles, caídas por escaleras, pelotazos en la cara... Situaciones absurdas impropias de unos héroes de este talante.
Dice el propio Waititi que casi el ochenta por ciento de la película se basó en improvisaciones, y el propio Mark Ruffalo no podía entender que les permitiesen llevar a los protagonistas a ese nivel, esperando durante todo el rodaje una llamada telefónica que los despidiera a todos. Pero, visto lo visto, Marvel decidió arriesgar y permitir todo lo que Waititi ha querido hacer y, sorprendentemente, la cosa funciona.
Podría haber sido un desastre, y estoy convencido de que muchos fans así lo pensarán y se tirarán de los pelos viendo la aberración que han hecho con sus héroes, pero una vez más hay que recordar que las películas no se hacen pensando en los cuatro frikis que leemos cómics, sino en el público general, y este va a quedar encantado con Thor Ragnarok.
Con un aroma que recuerda a Los Guardianes de la Galaxia, vol. 2, unos escenarios que parecen sobrantes de Star Wars (aunque algo de Blade Runner 2049 también hay) y mucha locura, Thor Ragnarok se pone al fin al servicio del Dios el Trueno para convertirlo en el absoluto protagonista, pese a los secundarios con los que forma equipo, y culminar su trilogía a lo grande. Este puede parecer el Thor más payaso de los tres que hemos visto hasta ahora, pero también el que al fin logra llegar a su evolución final y aspirar a ser el rey que Asgard necesita. Para ello Waititi ha contado con unos actores entregados y donde (una vez más) sobresale Tom Hiddleston, con una gran villana encarnada por Cate Blanchett cuya presencia sabe a poco y un histriónico Jeff Goldblum divertidísimo. Tengo alguna cosilla que echar en cara a Waititi, como la muerte demasiado ligera de ciertos personajes, la ausencia de otros o la aparición casi gratuita de Skurge, pero parece claro que todo vale en pos de la diversión, y si es esto lo que debemos valorar nadie le puede negar a Thor Ragnarok que es exageradamente divertida.
Al final, lo miremos como lo miremos, las virtudes superan con creces los defectos, y la película consigue ser todo lo que se propone, una locura desquiciantemente tronchante, capaz de elevar el interés hacia un héroe que todavía no lo había dado todo en el cine, mediante una fórmula que, aunque pueda no parecerlo a simple vista, innova mucho con respecto al llamado “método Marvel”, llegando a ser una apuesta realmente arriesgada y valiente.
No es, desde luego, la mejor película que ha hecho hasta la fecha Marvel, pero sí una de las más locas y divertidas, y aunque yo mismo estoy tratando todavía de salir del estupor que me ha provocado debo terminar por rendirme (no sin alguna objeción) a ella.. Y eso, tras dieciséis películas, no es fácil de conseguir. De momento, y contra todo pronóstico, la llama sigue viva. Y el camino hacia La Guerra del Infinito es cada vez más corto.
Valoración: Seis sobre diez.
Que sea tronchante es precisamente lo q la jode
ResponderEliminarEl problema es que pertenece al MCU. Si fuese una película independiente se disfrutaría mucho. Pero...
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