Bryan
Taylor era uno de esos autores gamberros y desvergonzados que despuntó a
principio de siglo con esa locura frenética e hiperactiva al servicio de Jason
Statham que era Crank: veneno en la
sangre y su secuela. Sin embargo, pese a que muchos lo consideraban el
director y perfecto para reconducir al personaje Marvel de El Motorista Fantasma cuya primera película era muy discreta, su
propuesta (Espíritu de Venganza) fue
tan desastrosa (en su defensa hay que recordar que al menos no constaba como guionista
de semejante esperpento) que su estrella se apagó de inmediato.
Quizá
en busca de redención, Taylor regresa al cine más pequeño y grotesco con esta
apuesta de humor muy negro e insano que, pese a contar con actores de cierto renombre
en sus filas como son Nicolas Cage y Selma Blair, rezuma a serie B por todas
partes.
Y,
como suele suceder en estos casos, ese regreso a las cloacas del cine de bajo
presupuesto y escasas pretensiones le ha sentado francamente bien.
Mom and dad propone una distopía donde un extraño virus despierta
en los progenitores un salvaje instinto asesino hacia sus indefensos hijos. Con
un puntito de ironía sobre los sacrificios de la paternidad y la habitual
incomprensión por parte de los desagradecidos retoños, Taylor compone una versión
alternativa a la clásica película de zombies que se va cociendo a fuego lento,
con un ritmo muy bien medido, en la que, tras plantearnos un panorama general y
ligeramente coral, termina por convertirse en una home invason familiar tan salvaje como divertida.
Con
una poco probable distribución comercial, Mom
and dad es la clásica película de festival, de esas en las que se invita al
aplauso con cada derramamiento de sangre y donde cada muerte va acompañada de
una sonora carcajada. Una película perfecta para el habitualmente insoportable
histrionismo de Cage que aquí le queda como anillo al dedo y consigue, incluso,
que el público se reconcilie con él.
Una
película pequeña en sus pretensiones, insisto, poco más que una broma muy
macarra, pero que funciona a las mil maravillas y se deja ver sin complejos
gracias a no tomarse nunca demasiado en serio a sí misma.
Valoración:
Seis sobre diez.
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