jueves, 19 de octubre de 2017

Sitges 2017: EL SACRIFICIO DE UN CIERVO SAGRADO

Resulta difícil, a estas alturas, presentar a Yorgos Lanthimos a quien desconozca su filmografía. Encumbrado en su Grecia natal por Canino y tras dar el salto al cine rodado en inglés con Langosta, que le supuso además una nominación al Oscar al mejor guion, este extraño y poco convencional autor repite con el actor de esta última, Colin Farrell es una fábula más enfermiza si cabe pero de narrativa algo más convencional.
Steven Murphy es un brillante cirujano, felizmente casado y con dos estupendos hijos. Mantiene, además, una indefinida relación con un adolescente con el que se ve a escondidas, al que parece acoger bajo su tutela y al que ofrece una puerta de entrada a su propia familia sin saber que, con ello, se está abocando a un fatídico desenlace.
Lanthimos vuelve a presentarnos a unos personajes fríos, distantes, parcos en palabras y de melancólicas miradas. De nuevo utiliza una fábula irreal y algo surrealista para hablar de la soledad y la pérdida, envolviéndolo todo en una atmósfera aséptica y ayudándose por unos actores que ofrecen lo mejor de sí mismos. Barry Keoghan vuelve a parecer el pajarillo indefenso de Dunkerque pero con un aterrador halo de oscuridad en su interior, Colin Farrell logra una sobriedad impasible casi carente de sentimientos y Nicole Kidman vuelve a ofrecer un recital interpretativo que confirma que se encuentra en una magnífica segunda juventud.
Lo más terrible de El sacrificio de un ciervo sagrado es que consigue hacernos reír en diversas ocasiones, pese a lo terrible de los hechos que narra, jugando a retorcer los sentimientos del espectador que se puede llegar a sentir culpable divirtiéndose ante la inminente muerte de uno de los miembros de la familia.
Como suele suceder con Lanthimos, la película no es redonda, pero sí se me antoja mejor cerrada que Langosta, a la que pesaba demasiado su tramo final. No es, desde luego, una película para todos los públicos, y el espectador debe estar preparado de antemano de lo que le espera (aunque el surrealismo del título ya ayuda a ello), consciente además de que la historia que se cuenta y los sentimientos que provoca a su alrededor es más importante, a la postre, que su conclusión.
Interesante nuevo paso de Lanthimos, quizá algo menos excesivo en cuanto a surrealismo que en otras ocasiones pero a cambio con más coherencia formal , logrando una película de imposible intriga que engancha desde el principio y a la que es tan fácil amar como odiar. O, incluso, hacer ambas cosas a la vez.

Valoración: Ocho sobre diez.

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