Aun
siendo un gran actor en cualquier faceta, Karra Elejalde sigue explotando su
vena cómica tanto como puede. En Operación Concha interpreta a un productor de cine en las últimas, arruinado y sin
posibilidades de sacar adelante su último proyecto decide, en confabulación con
su asociado y su único director en plantilla, elaborar una estafa para sacarle
unos cuantos millones a una ricachona mejicana como adelanto de una película
que nunca se iba a realizar. La estafa consiste en fingir que han contratado a
la estrella del momento, un cubano de facciones casi idénticas al camarero onubense
de un puticlub de San Sebastián.
Puede
que, junto a la hermosamente retratada ciudad vasca (con la playa de La Concha
como máximo exponente), Jordi Mollà sea lo mejor del film. Acostumbrados
últimamente a verlo relegado a papeles de villano en películas americanas, aquí
se luce en un doble papel (aunque hilando fino podría ser casi cuádruple), resultando
realmente convincente y divertido.
Operación Concha se engloba en ese subgénero tan americano que es el
cine dentro del cine y que no es muy habitual por aquí (con la “maldita” La reina de España como excepción),
mezclado además con las comedias de timadores al estilo El golpe. Todo con un
humor muy español y muy loco que funciona bastante bien. Ayuda mucho que los
actores estén todos a la altura, exceptuando quizá al actor que hace de
villano, que realmente no resulta nada creíble.
Unax
Ugalde, Ramón Agirre (que ofrece el toque más serio a la trama) y Bárbara
Goenága y Alosian Vivancos (que interpretan a la maquilladora y al guionista de la
supuesta película) completan, junto a Elejalde y Mollà un brillante grupo de trúhanes
que, con sus interpretaciones, consiguen meterse al público en el bolsillo.
Bien
es cierto que algunos de los giros resultan algo previsibles, pero no
suficientes como para deslucir el relato en general, que resulta refrescantemente
divertido y muy auto paródico y que tiene en la secuencia que transcurre en el
Kursaal durante la ceremonia del Festival de San Sebastián con las secuencias
de las diversas películas interpretadas por el actor al que da vida Mollà.
En
resumen, un buen divertimento, con momentos tronchantes, algo previsible y con
hermosos paisajes. Tampoco hay que pedir mucho más, ¿no?Valoración: Seis sobre diez.
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