La cordillera es un apasionante thriller político donde Ricardo
Darín llega a ser, ni más ni menos, que el mismísimo presidente de Argentina.
Él
es un tipo normal, un hombre del pueblo, que ha llegado al poder precisamente
por su sencillez y que por eso mismo es también criticado y visto como alguien
débil, Por eso, cuando acude a una cumbre latinoamericana para crear un
consorcio petrolífero, es su gran oportunidad de demostrar su valía, por más
que todo esté organizado para que Brasil se alce como la gran triunfadora del
hipotético acuerdo.
Ya
he dicho que esto es un thriller, así que naturalmente las cosas nos serán como
inicialmente parecen. En esto ayuda la intervención de su hija, interpretada
por Dolores Fonzi, cuyos problemas mentales afectarán la rutina de su padre
durante la cumbre y ayudarán a conocer (o no) mejor su personalidad.
El
director Santiago Mitre mezcla con inteligencia ambas tramas, componiendo un retrato
del presidente Blanco a cuenta gotas, creando una atmósfera inquietante y
dotando a la película de un ritmo interesante. El problema viene cuando, en pos
de no truncar esa atmósfera de desconcierto y misterio, finaliza la película
dejando algunas preguntas sin resolver, dejando al espectador frustrado y con
ganas de más. Mientras la parte política es manejada como un reloj, casi como
si una versión argentina de El ala oeste de la Casa Blanca se tratase, con
secundarios de lujo como Elena Anaya y Christian Slater, es la personal la que
más chirría, provocando incluso cierta indignación cuando llega el fundido
final y aparecen los títulos de crédito.
No
obstante, la siempre talentosa interpretación de Darín y el magnífico trabajo
visual de Mitre hacen de la película una pieza interesante y de imprescindible
visionado, que no pierde fuerza en ningún momento y que, pese a esa sensación
de insatisfacción, muestra con sarcasmo los entresijos de la política, sea el país
que sea.
Valoración:
Siete sobre diez.
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