La llamada es una película extraña, casi una marcianada, que
debe su origen a una obra de teatro extremadamente modesta y que solo su
brillante elenco actoral permite que la película no sea igual de modesta.
Confieso
que me daba un poco de miedo enfrentarme a la película: un musical español
protagonizado por monjas. ¿Qué podría salir mal? Sin embargo, y siempre desde
el punto de vista del que no conociese de antemano la pieza de teatro (para
quien ya la hubiese disfrutado el elemento sorpresa se diluye), lo cierto es
que estamos ante una interesante propuesta, una extrañeza que se puede ver
tanto como una oda religiosa extrema como una irreverente burla. Y es que esta
historia de dos jóvenes rebeldes y fiesteras con aspiraciones a cantantes que se
encuentran en un campamento de verano religioso cuando una de ellas recibe la
visita de Dios roza peligrosamente esa frontera, manteniéndose siempre en el
hilo y terminando por seducir con un sentido del humor muy sano, unas conocidas
canciones pop (aunque también hay alguna creada para la ocasión) y dos actrices
entregadas como son Macarena García y Anna Castillo que demuestran que las
buenas impresiones que dejaron en Blancanieves
y en El Olivo, respectivamente, no
fue cosa de un día. Tampoco están nada mal Gracia Olayo y Belén cuesta que
junto a Richard Collins-Moore en el papel de Dios componen el reparto casi
total de la película.
La llamada resulta fresca y estimulante, un canto al amor y a la
amistad, una llamada a la Fe y un absurdo sinsentido que consigue, como poco,
dotar de alegría al espectador y permitirle salir de la sala con una sonrisa y
algo más animado que al entrar. Y con los tiempos que corren, eso no es
cualquier cosa, la verdad.
Valoración:
Siete sobre diez.
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